Dirección y fotografía: Pío García
El Boteiro danza incesantemente…
El folión camina acompasado, al ritmo de la ensordecedora tronada que provocan los bombos y los objetos metálicos que portan sus componentes. Es carnaval en Vilariño de Conso y los foliones van de una a otra parroquia para testificar las buenas relaciones de vecindad y para afirmar la identidad propia de cada una. El Boteiro danza incesantemente al ritmo del folión, de quien se puede considerar la máxima autoridad y es que folión y Boteiro forman un conjunto indisolublemente compacto.
Vilariño de Conso está situado en la banda oriental del territorio gallego, el ayuntamiento se encuentra encajado en una amplia comarca en la que el carnaval genera ritos y produce máscaras cuyo origen se hunden en la noche de la Edad Media: Pantallas de Xinzo, Cigarróns de Verín, Peliqueiros de Laza, Boteiros de Viana do Bolo y, también con este nombre, los Boteiros de Vilariño de Conso. Los días de carnaval son los más importantes del año en las parroquias de Vilariño. Con legítimo orgullo los vilariñenses defienden sus costumbres propias, muy conscientes de pertenecer a un pueblo que lucha por mantener su identidad.
El Boteiro es la imagen central del carnaval de la comarca do Bolo. La máscara que le cubre la cara es el elemento central de su indumentaria. La tradición del Val de Conso dice que del cinto deben colgar 13 esquilas, pequeñas campanitas que marcan el ritmo del paso. Calzones de colores y botas de cuero negro complementan el ropaje del Boteiro. Su atuendo, no obstante, no estará completo sin unos largos palos llamados moncas de los que se cuelga una borla. Originariamente el Entroido marcaba el final del invierno y anunciaba la llegada de la primavera y con ella el estallido vegetal, la fecundidad de los campos y las bestias. En esta tradición ancestral el folión representaría el deseo de espantar al miedo, ahuyentar las eternas noches en las que rondaban las ánimas de los muertos de huir en definitiva del invierno, que es la muerte, y anunciar que se acerca otra vez la primavera y con ella llega la vida.
El domingo de carnaval es el día grande de la fiesta. Bajando desde las diferentes parroquias, los diversos foliones se dan cita en la capital del ayuntamiento. El tractor sustituye al antiguo carro de bueyes y sobre el se encaraman, imitando carrozas, representaciones de costumbres pasadas asociadas a los trabajos agrícolas de los que ya solo queda el recuerdo.
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