Hubo un tiempo en que no había más allá. Un tiempo en que los mares eran terra incógnita, morada de dragones y bichas de mágicos poderes, y los océanos se vertían en el vacío por inmensas cascadas atronadoras… Hubo un tiempo en que el mundo acababa en Fisterra. ¿Y si queremos llegar a él desde Santiago?. Camino de Santiago a Fisterra.
Fran Zabaleta
Fotográfia: Pío García
En Fisterra moría cada noche el dios Sol, el lugar por el que las almas ascendían al cielo. Mucho antes de que Santiago se apoderara del imaginario colectivo, otros dioses moraban en las aguas del fin de la tierra. Otros dioses, pero los mismos caminos, recorridos una y otra vez por miles, por millones de pies…
¿Quién no ha querido viajar alguna vez hasta el fin del mundo y más allá?
Algo se ha apoderado de ti. Aquí, en esta inmensa plaza del Obradoiro, por fin en tu meta tras quién sabe cuántos esfuerzos y sudores, te das cuenta de que todavía no has llegado… ¿Un último esfuerzo, Camino de Santiago a Fisterra?
El camino se ha apoderado de ti. El deseo de continuar más allá, de alcanzar el fin de la tierra. Al cabo, ¿qué es la vida, sino este constante caminar?
La cabeza da vueltas, una marea de pensamientos y sensaciones. Tanto tiempo deseando llegar y ahora no puedes dejar de pensar en Fisterra. Tu próxima meta. El verdadero final del camino.
En marcha, pues.
Santiago – Fisterra son tres jornadas, apenas noventa kilómetros. Abandonas Santiago a través de la puerta de la Trinidad, recorres la rúa das Hortas y alcanzas el río Sarela. De súbito, antes de que te des cuenta, otra vez el camino, ese asombroso territorio gallego que no se sabe si es campo o ciudad, que alterna casas y huertas, campos y bosques en una simbiosis indisoluble.
A Ponte Maceira
Atraviesas las aldeas de Carballo, Trasmonte, Burgueiros y alcanzas el puente Maceira sobre el Tambre. Dicen que fue levantado por los romanos, pero ya sabes que aquí de todo lo antiguo dicen que es romano. En este lugar, allá por el siglo XII, el arzobispo Xelmírez se enfrentó al poderoso Pedro Froilaz de Traba. Eras tiempos recios, de codicias y desprecios. Pero, ¿cuándo no lo fueron?
Pazo de A Chancela - Negreira
Tras el puente el Camino de Santiago a Fisterra se hace sendero y se viste de árboles. Muy cerca ya está Negreira, capital municipal, núcleo ganadero y tierra de grandes pazos, como los de A Chancela y de O Cotón, y pequeñas capillas como la de San Mauro.
Pazo de O Cotón - Capilla de San Mauro
Kilómetro tras kilómetro, la influencia de Santiago va quedando atrás. La tierra se hace humilde y sosegada, salpicada de hórreos e iglesias románicas como la de Santa Mariña de Maroñas, en Mazaricos. Después el monte Aro, desde cuya cima se abre la vista de la Terra de Xallas.
Paso a paso. Avanzas absorto, notando el cansancio en los pies, dejándote llevar por esa inercia que se apodera de los caminantes cuando ya las fuerzas menguan. La jornada es dura y de cuando en cuando te detienes a descansar, a saciar tu sed en una fuente. Pero es un cansancio feliz, casi nostálgico, porque sabes que te estás despidiendo. Esta noche descansarás en Olveiroa y mañana, tras otra jornada dura, llegarás a Fisterra.
Río Xallas
Sales de Olveiroa contemplando a tu izquierda el impresionante río Xallas, hermoso con su frondoso cortejo, y avanzas hacia la aldea de Hospital. Ya solo el nombre lo deja bien claro: sí, aquí también hubo peregrinos, siglos atrás, ¿dónde no? Y es que los caminos, caminos son. ¿Cuántos pies los hollaron? Quizá sea esa huella, ese íntimo vínculo con tantos miles de caminantes lo que te impulsa a seguir. Al cabo, ¿qué es el camino, sino una búsqueda colectiva, un afán de descifrarnos?
Santuario de A Nosa Señora das Neves
Tras Hospital, la ruta deja atrás el santuario de A Nosa Señora das Neves y alcanza el alto de O Cruceiro de Armada. Y repentinamente, magnífico y casi terrible, lo ves: ahí, al fondo, el océano infinito, la tierra que alcanza su término: el cabo Fisterra.
Tragas saliva. Te llenas los ojos. Fisterra…
Pero, antes, Corcubión en el Camino de Santiago a Fisterra. La villa es marinera y orgullosa de su pasado, bien se ve en sus calles antiguas que se abren a una ría generosa. Aquí el mar es omnipresencia, sentimiento, estruendo de gaviotas y aires salobres. La atraviesas casi con avidez, muy consciente de que estás recorriendo tus últimos kilómetros.
Corcubión
Playa de A Lagosteira
Tras ella todo es ya costa y acantilados, un paisaje que araña el alma y se incrusta en tu memoria, como si ya, aunque todavía lo tienes delante, lo echaras de menos.
Y lo echarás de menos. Volverás aquí con tu imaginación, volarás sobre la playa de A Lagosteira, hundirás de nuevo tus pies en sus dunas de arena, allá donde estés.
Porque Fisterra ya está aquí. Fisterra, faro y luz, horizonte encrespado, golpe de sal y sueño de milenios.
Has llegado, caminante, de Santiago a Fisterra.
Fisterra.
El fin del mundo.
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Fisterra
Camino del norte
89 km
3 etapas
Santiago – Negreira
Negreira – Olveiroa
Olveiroa – Fisterra