El «Castro de Santa Trega», ubicado en el corazón de Galicia, es un testimonio elocuente de la rica herencia castreña que ha perdurado a lo largo de los siglos. Su impresionante diseño y los secretos que aún guarda convierten este lugar en un punto de interés indispensable para cualquier amante de la historia y la arqueología.
Orígenes del Castro de Santa Trega
El castro pertenece a la cultura castreña, siendo el más representativo y visitado de Galicia. Declarado Monumento Histórico Artístico Nacional en 1931, sus raíces se hunden en el tiempo. Petroglifos en las piedras del monte indican una presencia humana 2.000 años antes de la ocupación del castro, sugiriendo una ocupación continua desde el siglo I a.C. hasta el siglo I d.C.
Hallazgos arqueológicos
El Castro de Santa Trega, situado en la provincia de Pontevedra, se destaca por su importancia arqueológica que se remonta a tiempos antiguos. A pesar de su larga historia, su reconocimiento amplio comenzó en el siglo XIX, cuando se descubrió una escultura de Hércules de 1862. Aunque lamentablemente este valioso objeto fue robado en los años 70, el suceso contribuyó a incrementar la notoriedad del sitio.
A lo largo de los años, se han llevado a cabo diversas excavaciones en el Castro de Santa Trega. Estos trabajos han sacado a la luz numerosos objetos y estructuras que ofrecen pistas sobre la vida cotidiana de sus habitantes. Se ha descubierto, por ejemplo, que el castro contaba con una estructura defensiva y viviendas organizadas, lo que indica un grado de complejidad social y organizativa.
En el Castro de Santa Trega también se han encontrado restos de cerámicas, herramientas y armas que datan de diferentes periodos, confirmando su ocupación a lo largo de varios siglos. Estos descubrimientos subrayan la importancia del sitio, no solo para la historia de Galicia, sino también para el estudio de la Prehistoria y la Antigüedad en la Península Ibérica.
Hoy en día, el Castro de Santa Trega es uno de los lugares más visitados de Galicia, atrayendo a miles de turistas cada año que desean aprender más sobre esta joya arqueológica.
Fases de excavación
El Castro de Santa Trega, ha pasado por diferentes etapas de exploración y renovación a lo largo de los años, que han ayudado a comprender mejor su rica historia y evolución.
En las primeras excavaciones entre 1914 y 1923, dirigidas por Ignacio Calvo, el Castro de Santa Trega reveló significativos hallazgos que incrementaron su fama en la comunidad arqueológica. Durante este período, se identificaron restos de antiguas viviendas y evidencias de la vida diaria de sus habitantes.
Las campañas de Mergelina, llevadas a cabo entre 1928 y 1933, marcaron un avance notable en las investigaciones. Bajo la dirección de Cayetano de Mergelina, se emplearon técnicas avanzadas que permitieron descubrir una multitud de viviendas y otras estructuras, especialmente en la ladera oriental del Castro de Santa Trega.
Desafortunadamente, entre 1933 y 1979, a pesar de ser reconocido como monumento, el castro sufrió un periodo de abandono. Sin las intervenciones necesarias, su estructura experimentó un deterioro considerable.
Las campañas entre 1983 y 1988 marcaron un punto de inflexión. Bajo la supervisión de Antonio de la Peña Santos, se emprendieron trabajos meticulosos en el Castro de Santa Trega, desenterrando y restaurando zonas del sitio y proporcionando una visión más detallada de su rica historia. Estas excavaciones resaltaron aún más la importancia del lugar como pieza clave para entender la cultura castreña en Galicia.
Castro de Santa Trega: El hogar de los grovios
Ubicado en A Guarda, el Castro de Santa Trega se extiende sobre una colina que domina las desembocaduras del río Miño en el Océano Atlántico. Esta posición geográfica no fue una elección aleatoria; permitía a sus habitantes tener un control visual del territorio y actuar rápidamente ante posibles amenazas o embarcaciones comerciales que se acercaran.
La estructura del Castro de Santa Trega muestra un diseño defensivo y a la vez funcional. Sus murallas, de gran espesor, rodean las viviendas circulares típicas de la cultura castreña. En el interior de estas viviendas, se han encontrado restos cerámicos, herramientas y otros objetos que indican las actividades diarias de sus habitantes, desde la preparación de alimentos hasta la artesanía.
Además de su valor arqueológico, el Castro de Santa Trega es un claro testimonio de la interacción entre la comunidad grovia y el mundo romano. Hay indicios, como monedas y otros objetos, que sugieren un intercambio comercial y cultural entre ambas civilizaciones.
El Castro de Santa Trega también destaca por su sistema de canalización del agua, con zanjas y depósitos que aprovechaban el recurso hídrico de la zona. Es una muestra más de la avanzada ingeniería y planificación de sus antiguos habitantes.
Ubicación y habitantes originarios
El Castro de Santa Trega, es uno de los ejemplos más representativos de las poblaciones de los grovii. Al observar sus ruinas, podemos obtener valiosas pistas sobre cómo vivía esta comunidad.
Distribuido en terrazas, el Castro de Santa Trega presenta viviendas circulares con paredes de piedra, un diseño que refleja una clara adaptación al terreno montañoso y las condiciones climáticas de la región. Estas construcciones, aunque sencillas, demuestran un profundo conocimiento de las técnicas de edificación de la época.
El sistema defensivo del Castro de Santa Trega, con sus murallas y fortificaciones, indica que, aunque los grovii eran principalmente pacíficos, no estaban exentos de enfrentar amenazas externas. Esto subraya la importancia de la ubicación estratégica del castro, desde donde se podía supervisar gran parte del territorio circundante.
Además, los hallazgos arqueológicos en el Castro de Santa Trega revelan que, a pesar de su estructura igualitaria, existía una organización en cuanto a oficios. Se han encontrado herramientas agrícolas, lo que concuerda con la idea de que eran una sociedad predominantemente agraria.
Por otro lado, las investigaciones de Antonio de la Peña Santos acerca de la cultura en esta región nos recuerdan que no debemos precipitarnos al catalogar a estas comunidades dentro del amplio término «celta». El Castro de Santa Trega es, sin duda, un testimonio de la rica y diversa historia de Galicia.
La vida en el castro
El Castro de Santa Trega, ubicado en una posición privilegiada, proporciona evidencia de una comunidad que supo aprovechar los recursos de su entorno. Las tierras que rodeaban este asentamiento eran fértiles, lo que permitió a sus habitantes cultivar una variedad de cultivos y mantener ganado. Esto, a su vez, les brindó una base sólida para su economía y sustento diario.
Dentro de los restos encontrados en el Castro de Santa Trega, varios objetos destacan por su origen foráneo. Estos objetos, que incluyen cerámicas, sugieren que la comunidad no sólo se limitaba a las interacciones locales, sino que mantenía relaciones comerciales con territorios más distantes. La presencia de estos bienes importados indica una red comercial bien establecida y la capacidad de la comunidad para intercambiar bienes y servicios con otros grupos.
Con la llegada de los romanos a la región, se produjeron cambios significativos en el estilo de vida y las estructuras de asentamiento de la comunidad del Castro de Santa Trega. Influenciados por las nuevas formas urbanas romanas, muchos habitantes comenzaron a abandonar el tradicional asentamiento castreño. Se dirigieron hacia las villae y vici, estructuras habitacionales y comerciales de diseño romano, que ofrecían nuevas oportunidades y comodidades. Aunque el Castro de Santa Trega experimentó un declive gradual durante este período, su legado como reflejo de una cultura y un modo de vida previo al dominio romano permanece intacto.
Viviendo del mar y la tierra: La Economía versátil del Castro de Santa Trega
El Castro de Santa Trega, emplazado en una posición estratégica sobre la desembocadura del río Miño, ofrece un vistazo profundo al día a día de sus antiguos habitantes. La economía local, profundamente arraigada en la agricultura, es palpable en los objetos descubiertos en el sitio. Los molinos manuales, usados para procesar cereales, y las diversas herramientas agrícolas, nos hablan de una sociedad que dependía en gran medida de la tierra para su subsistencia.
Además de los cultivos tradicionales, la recolección de frutos silvestres, como las bellotas, desempeñaba un papel en su dieta y economía. El hallazgo de bellotas carbonizadas en el Castro de Santa Trega sugiere que estos frutos no solo eran recolectados, sino que también eran procesados, posiblemente para conservarlos o para utilizarlos en la elaboración de comestibles.
No obstante, la tierra no era la única fuente de sustento. La ubicación del Castro de Santa Trega, cerca del mar, favorecía actividades como la pesca y el marisqueo. Los anzuelos y concheros encontrados son testimonio de la importancia de estos recursos marinos. Estos descubrimientos evidencian una comunidad que supo aprovechar al máximo los recursos naturales a su disposición, asegurando su supervivencia y prosperidad a lo largo de los años.
Comercio y conexiones del Castro de Santa Trega
El Castro de Santa Trega no solo fue una fortaleza defensiva sino también un epicentro comercial. Su proximidad al océano Atlántico facilitaba el acceso a las rutas marítimas, lo que permitió a sus habitantes interactuar con diferentes culturas y adquirir bienes de diversos orígenes.
Con la llegada de los romanos a la región, el Castro de Santa Trega experimentó un auge en su actividad comercial. La influencia de este imperio, conocido por sus extensas redes de comercio, significó una ampliación de horizontes para el castro. Las ánforas encontradas, que solían ser contenedores para aceite, vino o salsas, son testigo de las mercancías que se intercambiaban.
Además de las ánforas, en el Castro de Santa Tegra se han hallado otras evidencias de actividad comercial, como monedas de distintas procedencias, que reflejan la diversidad de sus relaciones comerciales. La variedad de estos objetos arqueológicos demuestra que el Castro de Santa Tegra no era un lugar aislado, sino un enclave conectado con diferentes regiones, beneficiándose del intercambio de productos y de la riqueza cultural que esto suponía.
Tradiciones arquitectónicas del Castro de Santa Trega
El Castro de Santa Trega, es un testimonio del legado arquitectónico de la cultura castreña. A pesar de las inevitables interacciones con el mundo romano, el diseño del Castro de Santa Trega ha mantenido fieles reflejos de sus raíces autóctonas.
En el centro de este legado arquitectónico se encuentran las cabañas. Estas estructuras, de forma mayormente circular, son un claro ejemplo de la técnica constructiva castreña. Utilizando piedra y otros materiales naturales de la región, los habitantes del Castro de Santa Trega crearon viviendas resistentes y adaptadas al entorno. La elección de la forma circular no solo era estética, sino que también ofrecía una eficiente distribución del espacio y resistencia a las condiciones climáticas de la región.
Por otro lado, la muralla del Castro de Santa Trega es otro elemento destacado. A diferencia de las fortificaciones romanas, robustas y con fines estrictamente defensivos, la muralla del castro tenía un propósito más simbólico. Al delinear el terreno, marcaba los límites del asentamiento, estableciendo una clara demarcación entre el mundo interior, el espacio seguro y sagrado, y el exterior.
El Castro de Santa Trega, en su sencillez y funcionalidad, es un testigo silente de la maestría con la que la cultura castreña armonizó sus construcciones con el paisaje circundante.
Tras un profundo recorrido por el «Castro de Santa Trega», es evidente que este sitio no es solo un conjunto de antiguas estructuras, sino un reflejo del pasado gallego. Su legado, arraigado en la cultura y la historia, nos invita a apreciar y valorar la riqueza de las civilizaciones que una vez habitaron estas tierras. Es una experiencia enriquecedora que nos conecta con nuestras raíces y nos recuerda la importancia de preservar nuestro patrimonio.
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