El mirabel, uno de los tesoros del Baixo Miño

En el Baixo Miño, el dorado se adueña de las copas de los árboles a mediados de julio. Son los mirabeles, un fruto sabroso del color del oro que se puede degustar durante apenas una quincena. El mirabel es una fruta que está emparentada con la ciruela, pero de un sabor mucho más dulce. Originaria de las regiones fronterizas entre Alemania y Francia.

El mirabel se utiliza ahora en la elaboración de ginebra gallega

 

Tamara Novoa Alonso
Fotografía: Pío García

Mirabel

El mirabel, este milagro agrícola se lo debemos a José Sánchez García, un profesor procedente de Soria que introdujo este árbol frutal en la zona del Rosal. El maestro decidió implementar clases de horticultura en la escuela de Fornelos, donde él daba clase. Animaba a sus alumnos a experimentar y hacer comprobaciones científicas en la huerta que tenían en la escuela.

Rio Miño-Goian

El árbol del que nace el mirabel no requiere de grandes cuidados, pero solo da fruta una vez al año, a mediados del mes de julio, un periodo muy corto. Por eso, el consumo de mirabeles frescos se disfruta durante un tiempo muy limitado. Sin embargo, esta fruta se ha utilizado tradicionalmente para la elaboración de otros productos como mermelada. Recientemente se le ha dado usos más innovadores: una empresa gallega ya comercializa la ginebra elaborada a partir de mirabeles.

Mirabel
Mirabel
Mirabel

Estas tierras fronterizas por las que discurre el Miño en sus últimos metros son también conocidas como el jardín botánico de Galicia, pues sus particularidades climáticas y la calidad de sus suelos hace que plantas y vegetales se desarrollen con facilidad. Goián, O Rosal, A Guarda y Salvaterra son los municipios por los que se extiende su cultivo. Todas ellas son regiones fronterizas que guardan en su lado sur grandes murallas defensivas, vestigio de los numerosos enfrentamientos entre gallegos y portugueses. Hoy en día el Miño se ha convertido en un lugar de encuentro, más que de rivalidad, y muchas de estas ciudades están hermanadas. Así sucede con Tui y Valença do Miño, con Goián y Vilanova de Cerveira o con Salvaterra y Monçao.

Fortín da Barca - Goian
Fortaleza de Salvaterra do Miño

Nuestro paso por la comarca, además de para saborear el mirabel, puede servir para hacer una ruta a caballo entre dos países que comparten siglos de historia, pero entre los que, a simple vista, identificaremos grandes diferencias.
Tui es, sin lugar a dudas, el ejemplo mejor conservado. Todavía mantiene parte de las murallas que rodeaban la villa. Se caracteriza por estar en un montículo en cuya cúspide se erige la catedral. Desde aquí tenemos una bella panorámica del río y de la comarca vecina de Valença do Miño. Por la ciudad tudense pasan los peregrinos que se dirigen a Santiago de Compostela siguiendo el camino portugués.
Goián y Vilanova de Cerveira, ahora unidos por un puente internacional, estaban tradicionalmente conectados por un ferri. El último conjunto es el que forman Salvaterra do Miño y Monçao: ambas conservan sendas murallas por las que pasear y contemplar, de una orilla a otra, el paisaje galaico-portugués.

Rio Miño - Tui

La zona del Baixo Miño, además de ser rica en el cultivo de hortalizas y plantas, es también famosa por el vino. De hecho, está incluida en una de las variedades de la Denominación de Origen Rías Baixas. El caldo baja bien al combinarlo con el plato típico de la zona, la lamprea, que se cocina de todo tipo de formas: seca, bañada en su sangre o en empanada. Un plato característico que no debes perder.

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O Rosal