Pedro Feijoo habla en voz baja, con un tono pausado y meditado. La tranquilidad invade sus gestos y cuesta creer que estés ante el Pedro «Perdidito» que tocaba en Lamatumbá. Aquel grupo que invitaba a la fiesta y al desvarío, en conciertos en los que sus músicos inyectados de energía no paraban de saltar y bailar.
Pedro Feijoo “Si existe el tesoro de Rande posiblemente es la propia ciudad”
Tamara Novoa Alonso
Dirección y fotografía: Pío García
Pedro Feijoo, que desde hace unos años ha cambiado el bajo por la pluma, parece una reproducción de su ciudad. Ese Vigo «que lleva pegado a los pies».
Y es que la ciudad olívica es caótica y ruidosa, vibrante y excitante, pero también está llena de rincones en los que parece que se haya detenido el tiempo y ofrece miles de paseos relajantes a la vera del mar y la montaña.
En Os fillos do mar, libro que ha consagrado a Pedro Feijoo como uno de los escritores gallegos de los últimos tiempos, Vigo no es solo el escenario donde se desarrolla una trama llena de intriga, sino que la ciudad adquiere tal importancia que se convierte en uno de los protagonistas del libro.
Algo totalmente intencionado. «Quería vincularme con mi ciudad, jugar con ella, como Woody Allen lo hace con Nueva York, Eduardo Mendoza con Barcelona o Suso de Toro con Santiago», explica el escritor.
Confiesa que la relación de amor por su ciudad se la debe a su abuelo, Manuel de la Fuente, que fue periodista en Faro de Vigo y dedicó gran parte de su carrera a rescatar el pasado olvidado de la ciudad olívica. Pedro descubrió de la mano de su abuelo miles de historias que se escondían bajo las piedras de edificios centenarios y tantas otras que descansaban en las profundidades del Atlántico. En su novela, en la que retrata el Vigo de tres épocas diferentes y que gira entorno al misterioso tesoro de Rande, Feijoo nos invita a descubrir la ciudad de su mano.
El punto de partida de la novela es la casa de Simón, el protagonista, un ático situado en el número 2 del Paseo de Alfonso. Se trata de un edificio decimonónico ubicado a pocos metros del simbólico olivo y sobre el que tenemos unas vistas espectaculares de la ría. Este edificio hace esquina con las escaleras de Baixada ao Forte, por donde se accede a la casa de otro de los protagonistas: León, que ocupó el edificio en una época diferente a la de Simón y donde el ex componente de Lamatumbá regentó durante varios años un estudio de grabación.
A través de estas escaleras nos introducimos de lleno en el Casco Vello. Un laberinto de calles enmarañadas que buscan el mar. En el centro de la plaza de pescadores hay un pequeño olivo hijo del árbol centenario del Paseo del Afonso. «Aunque hoy en día es el único que encontramos en la zona, hubo una época en la que los olivos lucían por todas las esquinas y es por ello que se nos conoce como olívicos», nos explica el escritor gallego. Junto a esta plaza, en la calle Anguía, está el restaurante O lobo do mar, del que es cliente León y que Pedro Feijoo nos recomienda por su comida casera y precios económicos. Pasamos la calle de los vinos y rodeamos la Colegiata para desembocar en la plaza de la Constitución. Por su esquina sur abandonamos el Casco Vello para adentrarnos en el centro urbano.
Estamos en la Puerta del Sol el punto cero de la ciudad. Aquí decidimos hacer un alto en el camino, Pedro Feijoo elige la mesa número nueve en la terraza del café Don Gregorio, donde Mariña y Simón desayunaron. Uno de sus puntos preferidos es el Sireno. «Si te quedas quieto y das un giro de 360º sobre ti mismo descubrirás algunas joyas arquitectónicas de Vigo: El Hotel Moderno, el Teatro García Barbón, el edificio Simeón».
Desde aquí nos dirigimos a la Alameda. Entre sus árboles divisamos la casa Yáñez, donde reside y tiene su tienda el anticuario Neumann. El edificio es obra del arquitecto francés Pacewicz, al que Pedro Feijoo hace referencia constante. Se trata de un edificio que «parece sacado de un cuento de hadas», afirma.
Para poner punto y final a este pequeño recorrido por el Vigo de Pedro Feijoo nos dirigimos por Colón al cruce de Urzáiz con Gran Vía. Haciendo esquina está el edificio Albo, donde vive Mariña. Coronándolo hay una reproducción de la Victoria de Samotracia que da la bienvenida a los pasajeros que llegan en tren por la avenida de Lepanto. «Un elemento que pasa inadvertido para la mayoría de los vigueses, a pesar de tratarse de un cruce por el que pasamos todos los días», asegura el autor.
Con este libro Pedro Feijoo pretende llamar nuestra atención sobre estos elementos y la importancia de conocer nuestro pasado, «si olvidamos nuestra historia olvidamos también lo que nos hace especiales», explica. Nos invita a pasear por Vigo con los ojos bien abiertos y la cabeza bien alta y quizás en ese paseo descubramos que «si de verdad existe ese tesoro de Rande, posiblemente sea la ciudad en sí misma».
Pedro Feijoo incorpora estas pinceladas históricas en una prosa que captura al lector desde la primera página. «Aunque es cierto que he jugado con la fórmula de los best-seller, he incluido contenido que fuese única y exclusivamente gallego. Lo hice en Os fillos do mar y lo vuelvo a hacer en A memoria da choiva». En esta nueva novela, en la que los crímenes se suceden con la figura de Rosalía de Castro como paño de fondo, el escritor nos vuelve a sumergir en una trama llena de aventura con tintes muy autóctonos.«No se me ocurría nada más nuestro que no fuese Rosalía, no siendo la propia lluvia. Así que acabamos por juntarlo todo».
Aunque en A memoria da choiva se traslada a Santiago de Compostela, Feijoo confiesa que él «siempre regresa» y nos adelanta que en su próximo libro una parte importante tendrá como escenario principal su ciudad. Además, confiesa que tiene entre manos otro proyecto en el que Vigo volverá a ser el protagonista indiscutible.
Puede que te interese también Qué ver en Ponte da Barca