Andrés Suárez, lleva toda una vida en la música, literalmente. Empezó estudiando piano y guitarra en el conservatorio de Ferrol. A los dieciocho se mudó a Santiago y se hizo un nombre en la noche compostelana, pero un día lo arriesgó todo, cogió su guitarra y se fue a Madrid. La suerte le sonrió y de tocar en el metro pasó a ser uno de los nombres más afamados de la música de cantautor española. Con tan solo veintiséis años cantó con Milanés, grabó un disco en París. Ahora llena salas y teatros alrededor del mundo.
Sabela Cereijo
Fotografia y dirección: Pío García
Vuelve a casa por Semana Santa. Son demasiados meses fuera, días de giras y conciertos a uno y otro lado del gran charco. Hace apenas unas horas que ha llegado. Se nota por los ojos cansados, el estómago lleno de marisco y la sonrisa en la cara.
Andrés Suárez creció en Valdoviño con una guitarra al hombro, a caballo entre la bici y la tabla de surf y con el mar como telón de fondo. Nadie mejor que él para enseñarnos este rincón perdido de la comarca de Ferrol.
Nos propone un recorrido que empieza en punta Frouxeira. Atalaya privilegiada que domina la entrada a la bahía de Valdoviño y que aún guarda los restos de un antiguo polvorín defensivo. Bajamos a la playa del mismo nombre, un amplio arenal de arena fina y dura, perfecto para los paseos matutinos y sobre cuyo extremo se alza la villa de Valdoviño. A sus espaldas esconde la Lagoa de A Frouxeira, refugio de todo tipo de aves migratorias y autóctonas.
Abandonamos el núcleo urbano. En el camino podemos encontrar ruinas castrenses y bonitos ejemplos de la arquitectura indiana, tan característica de la zona.
Llegamos a la playa Pantín y los surferos ya están en el agua. Aquí se celebra todos los años el Pantín Classic, única prueba clasificatoria del circuito mundial de surf de la WSL que se celebra en España. Andrés Suárez nos confiesa que fue en esta playa, famosa por sus olas y su belleza, donde encontró el amor. El desamor también.
Nuestro recorrido termina en Baleo, una pequeña playa de la parroquia de Pantín a apenas unos metros de la casa que vio crecer a este cantautor ferrolano.
Son paisajes de belleza dura, salvaje y sobrecogedora. Con remansos de calma. Acantilados abruptos en los que el mar rompe con fuerza y nos deja algunos de los mejores percebes de Galicia. Porque en esta comarca costera el marisco es plato obligado, ¡que se lo digan a Andrés Suárez! Nada dice te he echado de menos tan bien como una buena comida familiar en la que no puede faltar el pulpo, las centollas y los percebes.
No hay duda de que Andrés Suárez es un enamorado de su tierra. El verde y el mar son una constante en sus letras. Nos cuenta que son incontables las veces que bajó a esta playa de Baleo en busca de inspiración. Incluso ahora que tiene fijada su residencia en Madrid, vuelve siempre que puede para acabar y poner el broche de oro a sus nuevos temas.
En sus letras habla de sus vivencias, lo que conoce y lo que siente. No hay lugar al disfraz o a la vergüenza. Su chorro de voz nos dice de sus altos y de sus bajos, su guitarra nos canta que es un enamorado de la vida. Su música gusta porque lo que canta es lo que Andrés es… ¡Y cómo lo canta!
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