La Garrotxa, un rincón cautivador de la provincia de Girona, en Cataluña, es un destino perfecto para los amantes de la naturaleza, la historia y la gastronomía. Este territorio es conocido por su Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, uno de los paisajes más singulares de España, y por sus encantadores pueblos medievales. Un recorrido en coche por esta provincia te llevará a descubrir volcanes dormidos, calles empedradas y delicias culinarias inolvidables. Prepárate para sumergirte en una experiencia única mientras exploramos juntos este paraíso catalán.
Olot: El corazón de La Garrotxa
Comenzamos nuestro viaje en Olot, la capital de la comarca y un punto de partida ideal para explorar La Garrotxa. Esta ciudad está rodeada de volcanes, como el Montsacopa, al que se puede acceder caminando por un sendero bien señalizado. Desde su cima, las vistas panorámicas de la región son impresionantes, especialmente al amanecer o al atardecer. Además, Olot es un referente en cuanto a arte y cultura, gracias a su rica tradición artística que incluye la Escuela de Olot, conocida por sus paisajes naturalistas.
En el casco antiguo de Olot, nos encontramos con la iglesia de Sant Esteve, un edificio de estilo barroco que alberga importantes obras de arte religioso, entre ellas una famosa pintura de El Greco. Cerca de allí, el Museo de los Santos nos sumerge en la tradición de la imaginería religiosa, una artesanía que ha perdurado durante siglos y que refleja la devoción y la habilidad de los artistas locales. Además, la arquitectura de la ciudad combina elementos históricos y modernos, como el Teatro Principal de Olot, un espacio cultural imprescindible.
El arte también se extiende a la gastronomía, y Olot no decepciona. Para el almuerzo, hacemos una parada en La Deu, un restaurante que combina tradición y creatividad. Su plato estrella es el «volcán de patata de Olot», una deliciosa creación que simboliza los paisajes volcánicos de la región. Este plato, hecho con patata rellena de carne especiada y frito hasta alcanzar la perfección, se complementa con un vino local de la DO Empordà, creando una experiencia culinaria inolvidable. Además, el mercado semanal de Olot ofrece una oportunidad de explorar productos locales frescos, desde embutidos hasta quesos artesanales, que capturan los sabores de La Garrotxa.
Si el tiempo lo permite, una visita al Espai Cràter es altamente recomendable. Este centro interactivo ofrece información sobre la actividad volcánica de la región, con exposiciones que combinan ciencia y tecnología para una experiencia educativa y entretenida. Olot es también un lugar donde se celebra el famoso festival de «Lluèrnia», un evento anual dedicado a las artes de la luz que ilumina las calles de la ciudad con instalaciones artísticas.
La zona volcánica: Senderos entre cráteres
Desde Olot nos dirigimos al Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, un espacio protegido que cuenta con más de 40 conos volcánicos y numerosos flujos de lava. Este parque es ideal para los entusiastas del senderismo y ofrece rutas bien marcadas que atraviesan paisajes de singular belleza. Uno de los senderos más populares nos lleva al Volcán Croscat, el más joven de la península Ibérica. Lo que distingue al Croscat es su impresionante corte geológico, donde se pueden observar las capas de lava y ceniza que narran la historia de sus erupciones.
A poca distancia, llegamos al Volcán Santa Margarida, cuyo cráter alberga una ermita románica en su centro. Este lugar es un icono del parque y un destino favorito para los amantes de la fotografía. El camino hacia Santa Margarida, rodeado de espesos bosques de hayas, es especialmente encantador en otoño, cuando los árboles se tiñen de tonos rojizos y dorados. Los visitantes pueden disfrutar de un día completo explorando estos paisajes y aprendiendo sobre la geología de la región gracias a los paneles interpretativos que se encuentran a lo largo de las rutas.
Tras un día de senderismo, nos detenemos en una masía cercana para disfrutar de un merecido almuerzo. Aquí probamos los «fesols de Santa Pau», una variedad autóctona de judías pequeñas y cremosas, que se sirven tradicionalmente con butifarra a la parrilla. Este plato, sencillo pero lleno de sabor, refleja el carácter auténtico y la riqueza culinaria de La Garrotxa. Además, la masía ofrece productos elaborados con ingredientes locales, como mermeladas y aceites, ideales para llevar un pedacito de La Garrotxa a casa.
Para los más aventureros, el parque ofrece actividades como rutas en bicicleta y paseos a caballo, que permiten explorar los rincones menos transitados del paisaje volcánico. Los visitantes también pueden participar en visitas guiadas organizadas por expertos en geología y biología, quienes comparten conocimientos sobre la flora y fauna únicas de la zona. No cabe duda de que la Zona Volcánica de La Garrotxa es un destino que combina aventura, educación y belleza natural.
Besalú: Un viaje en el tiempo
Continuamos nuestro recorrido hacia Besalú, uno de los pueblos medievales mejor conservados de Cataluña. Al acercarnos, el majestuoso puente románico que cruza el río Fluvià nos da la bienvenida y nos transporta de inmediato a la Edad Media. Este puente, con sus arcos perfectamente preservados, es uno de los más icónicos de España y una de las principales razones por las que Besalú es un destino tan fotografiado.
Dentro del casco histórico, las estrechas calles adoquinadas nos guían a lugares llenos de historia. Visitamos la antigua sinagoga y los baños judíos, también conocidos como mikvé, que son testimonio de la rica herencia judía de Besalú durante la Edad Media. También exploramos el monasterio de Sant Pere, fundado en el siglo X, cuya arquitectura románica es un deleite para los amantes de la historia del arte.
No podemos pasar por alto la artesanía local, y en Besalú encontramos talleres donde los artesanos crean desde cerámica hasta joyería. Para el almuerzo, optamos por el restaurante Pont Vell, un establecimiento con vistas al puente que ofrece una experiencia gastronómica inigualable. Allí saboreamos una «escudella», el cocido catalán por excelencia. Este plato tradicional combina carnes tiernas, verduras frescas y pasta, ofreciendo una comida nutritiva y satisfactoria. Además, el ambiente medieval del restaurante, con su decoración rústica y acogedora, añade un toque mágico a la experiencia.
El turismo en Besalú también incluye eventos culturales y ferias medievales, donde los visitantes pueden sumergirse en la vida de épocas pasadas. Durante estas festividades, las calles se llenan de música, trajes de época y actividades como justas y mercados tradicionales. Besalú también cuenta con pequeños museos que ofrecen una visión más profunda de su historia, como el Museo de Miniaturas y Microminiaturas, una curiosidad que sorprende a grandes y pequeños.
Santa Pau: Encanto rural
Nuestra siguiente parada es Santa Pau, un pequeño pueblo rodeado de paisajes volcánicos y conocido por su casco antiguo perfectamente conservado. Santa Pau se caracteriza por su tranquilidad y su autenticidad, lo que lo convierte en un destino ideal para quienes buscan desconectar del bullicio de la ciudad. Pasear por sus calles estrechas y empedradas es como retroceder en el tiempo, con casas de piedra que parecen haber sido detenidas en el tiempo.
La Plaza Mayor, con sus arcos porticados y su ambiente acogedor, es el corazón del pueblo. Aquí encontramos pequeñas tiendas locales donde se pueden adquirir productos típicos como «farro», una harina de maíz que es la base de muchas recetas tradicionales de la zona. Nos recomiendan probar un «trinxat de farro» en el restaurante Cal Sastre, conocido por su enfoque en la cocina tradicional con un toque contemporáneo. Este plato, elaborado con col, patata y panceta, es un verdadero homenaje a la cocina de La Garrotxa y un ejemplo de cómo los ingredientes sencillos pueden transformarse en delicias culinarias.
El entorno natural de Santa Pau también es digno de mención. Desde aquí se pueden organizar excursiones hacia la Fageda d’en Jordà, un bosque de hayas que crece sobre un terreno volcánico y que es uno de los paisajes más emblemáticos de la región. Este bosque, con sus senderos sombreados y su ambiente mágico, es ideal para paseos tranquilos o rutas en bicicleta.
Durante nuestra visita, conversamos con Joan, un lugareño que ha vivido toda su vida en Santa Pau y que nos compartió detalles fascinantes sobre el entorno. “La Fageda es un lugar especial, sobre todo en otoño, cuando las hojas cambian de color”, nos dijo con una sonrisa. “Los habitantes de la zona tenemos una relación muy cercana con el bosque, ya que desde siempre nos ha proporcionado leña, setas y un espacio para la paz y la reflexión”.
Joan también nos recomendó explorar el bosque en un carruaje tirado por caballos, una actividad que permite apreciar el paisaje de manera tradicional. “Así lo hacían mis abuelos”, comentó. Antes de despedirse, nos sugirió no perder la oportunidad de probar el yogur de La Fageda, elaborado con leche de las granjas locales y famoso por su sabor y cremosidad. “Es un orgullo para todos nosotros”, añadió, reflejando el profundo vínculo de la comunidad con su tierra.
Santa Pau también es conocida por su vida rural, con masías y granjas que ofrecen experiencias agroturísticas. Los visitantes pueden aprender sobre la producción de productos lácteos, como el queso fresco, y participar en talleres de cocina tradicional. El ambiente relajado del pueblo y su enfoque en la sostenibilidad lo convierten en un ejemplo perfecto de turismo responsable.
Castellfollit de la Roca: Un mirador natural
El broche de oro de nuestro recorrido lo pone Castellfollit de la Roca, un pueblo espectacular situado sobre un acantilado basáltico que ofrece vistas inigualables del valle y del río Fluvià. Este acantilado, formado por antiguas coladas de lava, es un ejemplo impresionante de la geología volcánica de la región y un lugar que no se puede dejar de visitar.
Paseamos por las estrechas calles de Castellfollit, donde cada rincón cuenta una historia. La iglesia vieja de Sant Salvador, ubicada en el extremo del acantilado, es un lugar perfecto para disfrutar de las vistas y reflexionar sobre la historia de este fascinante pueblo. También visitamos un pequeño centro de interpretación que explica cómo se formaron las estructuras basálticas y su importancia para la región.
Antes de despedirnos de La Garrotxa, hacemos una parada en la pastelería Cal Enric, famosa en la región por sus delicias tradicionales. Al entrar, nos recibe Montse, la propietaria, con una sonrisa cálida y la pasión de quien lleva años perfeccionando recetas de antaño. “No pueden irse sin probar la coca de llardons”, nos dice mientras nos sirve un pedazo generoso de este dulce crujiente elaborado con chicharrones.
Durante nuestra charla, Montse nos cuenta cómo su familia ha mantenido viva la tradición pastelera por generaciones. “Aquí usamos productos locales, como la manteca de cerdo de masías cercanas, para asegurar que cada bocado sea auténtico”, explica. También nos recomienda probar sus carquinyolis, unas galletas de almendra ideales para acompañar un café o un vino dulce.
Con el aroma de la repostería llenando el aire, disfrutamos de nuestra merienda mientras Montse nos relata historias de la región y la influencia de los paisajes volcánicos en la gastronomía local. Este momento dulce pone el punto final perfecto a un recorrido lleno de historia, naturaleza y sabores inolvidables.
La Garrotxa es un destino que combina a la perfección naturaleza, historia y gastronomía, convirtiéndola en uno de los destinos más fascinantes de Cataluña. Cada parada de este recorrido ofrece una experiencia única y memorable: caminar entre volcanes en el Parque Natural de la Zona Volcánica, explorar la riqueza cultural de pueblos medievales como Besalú y Santa Pau, y deleitarse con la auténtica gastronomía catalana.
Desde los «fesols de Santa Pau» hasta la exquisita «coca de llardons» de la pastelería Cal Enric, los sabores de La Garrotxa son un reflejo de su entorno volcánico y sus tradiciones rurales. Sin duda, este destino queda grabado en el corazón de quienes lo visitan y los invita a regresar para descubrir más de su magia.
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