Las luces de Navidad en Vigo han transformado a la ciudad y a estas fechas en inseparables en los últimos años. Como un resurgimiento de viejas tradiciones de alegría y felicidad compartidas, la Navidad brilla más que nunca en la ciudad olívica, convirtiéndose en referente de un espectáculo visual, social y por supuesto económico, que ha puesto su nombre en boca de todos. Los medios de comunicación hablan de Vigo desde que llega el otoño y las imágenes de sus luces de Navidad recorren España.
Pero ¿qué hay que ver en este evento?
Si me acompañas, te cuento los lugares imprescindibles para disfrutarlo. Hoy me quedo en casa y te hablo de una de las citas fundamentales del año en Vigo.
Gabriel Romero de Ávila Cabezón
Fotografía: Pío García
Luces de Navidad en Vigo. Sus calles, ahora iluminadas por las luces de Navidad de Vigo, rebosan historia a cada paso. El Vicus romano se mezcla con los poblados castreños, las iglesias románicas y el castillo de San Sebastián, que vio la lucha contra los ingleses. Jules Verne caminó por Vigo, igual que los soldados españoles que regresaban heridos de la guerra de Cuba, los espías nazis que buscaban wolframio para el Eje y los emigrantes que se marchaban a América y dejaban atrás una familia a la que no sabían cuándo volverían a ver.
Pero Vigo no es una ciudad obsoleta, sino moderna, vital y rápida. Todo el mundo se mueve deprisa por sus cuestas y rotondas, dos de los elementos más habituales del tráfico local, que ya tampoco son lo que eran hace unos años. Muchas de las primeras cuentan con rampas automáticas o escaleras mecánicas para salvar los desniveles, y en las segundas se ha importado el concepto de turbo rotondas, que ha disminuido los accidentes a la mitad. Como digo, esta ciudad sabe adaptarse a los nuevos tiempos para salvar una orografía complicada y un tráfico intenso.
Y algo así ha ocurrido con la Navidad. De fiesta tradicional para organizar en familia se ha convertido, de un tiempo para acá, en un espectáculo del que se puede presumir, una ocasión para atraer turismo de toda España e incluso de más lejos, cada cual deseoso de ver «el más difícil todavía», el triple salto mortal que revolucionará por completo lo que el año anterior nos pareció insuperable.
Unas 400 calles reciben adornos luminosos, no solo las más conocidas, sino también otras en barrios populares como el Calvario o Traviesas. Los monumentos de plazas y rotondas sufren una impresionante transformación, como la Puerta del Atlántico, obra del escultor Silverio Rivas en 1990, o el Sireno, creado por Francisco Leiro en 1991. La vida diaria, el trabajo, el ocio y el arte urbano se adaptan a una manera diferente de convivir y de disfrutarlo.
En la Navidad pasada, un coche paró junto a mí en la Gran Vía, casi junto a la Plaza de España, y una señora que viajaba en el asiento del copiloto me preguntó:
—Perdone, ¿cómo vamos a donde están las luces? —Yo se lo indiqué en pocas palabras y respondió— Muchas gracias. Venimos de Madrid. Íbamos de vacaciones a Gijón pero, como nos han hablado tan bien de las luces de Navidad de Vigo, hemos decidido cambiar de ruta.
Sonreí y le contesté:
—Seguro que les gusta. Gijón es precioso, pero pueden ir en cualquier otro momento del año.
Ese es el espíritu que ha creado Vigo, la emoción de que el momento es ahora y de que merece la pena visitar la ciudad en esta época concreta. Y eso es un avance, porque además transmite así una sensación de pertenencia, de orgullo vigués, en una ciudad en la que mucha gente ha nacido en otros municipios y vuelve a ellos cada fin de semana, o se diluye en la vida de barrio y no comparte sus experiencias con los demás.
Antes, la única manera de aunar a todo Vigo era a través del fútbol y ahora se consigue por medio de la Navidad. Incluso Disney se vino aquí para presentar Frozen 2 a toda España.
La Navidad en Vigo ha tenido elementos distintos de un año a otro, siempre rozando lo imposible y con una ilusión cada vez mayor por impresionar a todo el que se acerque a sus atracciones. Una noria gigantesca, un mercadillo de Navidad, luces en las copas de los árboles o la casa de Papá Noel han adornado sus calles en un momento o en otro.
Pero hay unos elementos que nunca faltan, los que forman los grandes clásicos, y que se encuentran alineados en una corta ruta que podrás hacer a pie, y que además es cuesta abajo…
La calle de Urzaiz
Luces de Navidad en Vigo. Una de las más tradicionales y más visitadas. Discurre por todo el centro de Vigo, desde la famosa Farola de Urzáiz hasta el cruce con Gran Vía —la Urzaiz más comercial—, de ahí al cruce de Os Choróns, por delante de la nueva estación de tren, y finalmente, como calle peatonal, a través del barrio del Calvario y hasta la calle Ramón Nieto, la Urzaiz más entrañable y popular. Esta calle está dedicada a uno de los ministros más queridos de la época de Alfonso XIII, Ángel Urzáiz y Cuesta, a quien se atribuye, entre otros logros, la unión de Bouzas con Vigo.
Si caminas desde la caja gigante tomando la cuesta hacia abajo, podrás recorrer una de las arterias más transitadas y más comerciales de Vigo, donde se encuentran algunas de las mejores firmas y cuyos edificios están unidos por guirnaldas y enredaderas de luces, en un precioso espectáculo de fantasía.
La bola gigante
Luces de Navidad en Vigo. A solo cinco minutos andando a través de la calle Urzaiz, darás de frente con uno de los elementos más distintivos. Se trata de la bola gigante, una colosal estructura de 10 metros que simula un adorno del árbol y que normalmente el público puede atravesar para hacerse fotos en su interior. Con los años se ha convertido en una de las decoraciones más visitadas y comentadas de España, en parte gracias a la broma que la compara con la Estrella de la Muerte de Star Wars.
Lo que empezó como un chiste en redes sociales ha llevado, en Navidades sucesivas, a que aparezca junto a la bola todo un desfile de soldados imperiales provenientes de la 501st Legion Spanish Garrison, la división española de la 501st Legion, la organización a nivel mundial que se dedica a realizar actividades benéficas bajo los distintivos del Imperio galáctico.
De este modo, Vigo se ha erigido como lugar de parada obligatoria para esta asociación, que cuenta con unos trescientos miembros en España y lleva a cabo numerosas acciones promocionales de este tipo. El propio alcalde ha colaborado en algunas de sus apariciones, como una forma de dotar de una mayor visibilidad a la ceremonia del encendido.
La bola inunda de luces centelleantes la confluencia de la calle Urzaiz con la calle del Príncipe, un clásico lugar de encuentro de los vigueses. Allí verás la tradicional Farola de Urzáiz, obra de Jenaro de la Fuente en 1932 y uno de los monumentos más representativos de la ciudad, con sus siete metros de altura y sus escalones donde siempre hay alguien sentado, pues este es el punto más reconocible para quedar en el centro.
Luces de Navidad en Vigo. Calle del Príncipe
Dentro del espacio que configura el núcleo de Vigo, pocos lugares son tan señeros como este. Dedicada a Alfonso XII, entonces joven príncipe de España, esta es la gran zona peatonal de compras. Establecimientos de fama internacional han ubicado aquí sus tiendas, tanto de ropa como de calzado, relojería, trajes de boda, deportes o literatura. En la propia calle del Príncipe o en alguna de sus transversales, como Velázquez Moreno, se junta todo lo que puedas buscar.
Y ese entramado de amplias avenidas se engalana en Navidad con preciosos paraguas luminosos, bolas de nieve, osos polares o puntos brillantes que llenan las copas de los árboles como si fueran insectos mágicos revoloteando entre sus ramas. La escena es tan apabullante y tan hermosa que dudo que puedas permanecer impasible.
Luces de Navidad en Vigo. Puerta del Sol
Al término de la calle del Príncipe encontrarás la Puerta del Sol y la confluencia de esta con la calle Policarpo Sanz, nombrada en honor de un importante mecenas de las artes. En esta zona se halla también el teatro García Barbón y además te puedes dar de bruces con un enorme trineo conducido por Papá Noel, un carrusel de estilo antiguo con caballitos y el que es, sin duda, el gran protagonista de las luces de Vigo: el árbol de Navidad. Con sus ocho metros de altura, sus espectáculos luminosos que cambian continuamente y la música que lo acompaña, el árbol ha logrado focalizar todo lo que representan estas fechas.
Es difícil no quedarse embelesado mirándolo, ya que a veces parece que se derraman estrellas sobre su superficie cónica, en otras ocasiones lo recorren mantos de colores alternativos, o llamaradas de fuego o lluvias de perlas. Cada Navidad, los vídeos grabados en torno a este fenómeno recorren las redes sociales y siempre se oye de fondo su sonido más característico: el «Ooooooooh» asombrado de cientos de personas que, por un momento, vuelven a ser niños.
Decía G. K. Chesterton que no se debe perder nunca la capacidad de asombro. Eso es lo que, en definitiva, nos iguala con los niños que fuimos y que son capaces de embobarse con una estructura cónica de ocho metros llena de luces LED. O con el Belén monumental de la Casa das Artes, el muñeco de nieve gigante de la calle Rosalía de Castro, la noria de la Alameda, el mercadillo de la plaza de Compostela o la cabalgata de Reyes.
Vigo es la fascinación, es la sorpresa continua, es la constatación de que siempre debemos mantener la capacidad de asombro, porque gracias a ella, y al empeño de la ciudad por mejorar cada año sus luces de Navidad, seguiremos siendo un poco niños.
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