Con una altura de 231 metros, el monte del Faro bien merece una visita. Acoge una pequeña capilla en honor a la protectora de los marineros. En este lugar existía antaño la costumbre de “vira-la tella”. Las mujeres de los marineros volteaban una teja de la capilla para cambiar las condiciones meteorológicas y proteger de ese modo a los marineros que estaban volviendo a casa.
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