Un recorrido de más de dos kilómetros al aire libre por los montes de Tourón nos acerca a la Galicia más primitiva. Decenas de petroglifos forman uno de los complejos arqueológicos más importantes de la comunidad gallega los Petroglifos de Tourón. Se presenta al visitante dividido en cinco estaciones, vertebradas a través de un sendero, con paneles explicativos y esquemas que nos ayudan a interpretar estos grabados milenarios.
Estos dibujos rupestres representan una gran variedad de motivos que van desde las combinaciones geométricas hasta las habituales escenas de caza. Aunque se desconoce su origen exacto, se datan hacia 2000 o 3000 antes de nuestra era. Estudios realizados en los últimos años señalan la posible existencia de un poblado asentado aquí en la Edad de Bronce que viviría en cabañas más o menos circulares realizadas con materiales vegetales.
Tamara Novoa Alonso
Fotografía: Pío García
Estamos en el corazón de Ponte Caldelas. Paseamos a los pies de las montañas de Tourón entre estas piedras milenarias que nos acercan a la forma de vida de hace cuatro o cinco mil años. Este conjunto de Petroglifos de Tourón destaca por la originalidad de sus formas. Cazoletas, combinaciones circulares, zoomorfos, trísqueles, esvásticas o el gran ciervo macho de Nabal de Martiño son muestra de la gran variedad de diseño y calidad de ejecución que atesora este yacimiento.
Comenzamos la ruta por el Outeiro de Forcadela. Desde aquí, un mirador nos ofrece una buena panorámica sobre todo el parque arqueológico y el recorrido que vamos a realizar. En esta primera estación encontramos un pequeño petroglifo con dos círculos concéntricos cuyo interior se encuentra repleto de cazoletas. A continuación nos dirigimos al Coto de Sombriñas; en este conjunto la figura más destacada es la conocida como El banderillero, en la que vemos representada una figura humana de trazo estilizado, con los brazos en alto y posiblemente armas arrojadizas en las manos, frente a un cuadrúpedo de gran falo y cola relativamente larga y caída, desprovisto de cornamenta, que presenta una línea transversal sobre su lomo a modo de lanza.
Desde aquí el camino perfila un pequeño ascenso hasta la próxima estación, conocida como Laxe das cruces. El grupo se encuentra sobre una gran piedra granítica; en su parte central aparecen varias espirales y combinaciones circulares, algunas con trazos rectos que rematan a su vez en pequeños círculos simples. Debajo hay dibujados varios zoomorfos que podemos identificar como cérvidos, alguno de los más grandes de Galicia, acompañados de algún antropomorfo. En esta misma roca se aprecia un individuo conduciendo a un cuadrúpedo atado, grupos de cazoletas relacionados con una espiral, círculos con trisquel en su interior y multitud de motivos de difícil identificación.
A continuación accedemos al Coto de Siribela; en esta zona localizamos varios elementos, sobre los que destaca un cuadrúpedo sin cornamenta, una espiral, varias cazoletas, un óvalo abierto con apéndice y motivos originales, como un par de líneas paralelas con círculos o combinaciones circulares, algunas inscritas en las propias líneas, una representación muy variada de figuras en los Petroglifos de Tourón.
Al dirigirnos hacia la última estación encontraremos a nuestro paso un grupo de ciervos hechos en metal que hacen referencia a los cérvidos que habitaban estos montes en el pasado y que eran objeto común de recreación en los petroglifos. Justo antes de llegar al último grupo de los Petroglifos de Tourón podemos acercarnos al segundo mirador, desde el que tenemos unas vistas estupendas del territorio que nos rodea y de las montañas que se dibujan más allá de Tourón.
La estación conocida como Nabal de Martiño corona el recorrido. Este petroglifo se encuentra en lo más alto del conjunto, en una gran roca de superficie inclinada. Alberga la representación de gran cantidad de ciervos machos, hembras y cervatillos. Un grupo de machos adultos parece avanzar de izquierda a derecha de forma ordenada. En la parte inferior aparece una figura humana con las manos en alto portando algún arma y sus piernas flexionadas; un gran ciervo muestra un certero impacto sobre el lomo.
La utilidad que tenían los petroglifos entre nuestros predecesores es un tema todavía sujeto a interpretaciones. Sin embargo, estos Petroglifos de Tourón nos ayudan a recrear una imagen más nítida de cómo era la vida hace cuatro o cinco milenios.
Puede que te interese también Isla de Sálvora