Praza da Quintana

Campanadas, lluvia y sol en Praza da Quintana

Praza da Quintana es el tañer de la campana marcando las horas, el murmullo de la gente en la terrazas, el sol escondiéndose tras la torre de la Berenguela, el juego de reflejos multicolor que se crea sobre la piedra mojada. Se trata de la plaza preferida por los santiagueses que encuentran aquí un oasis de paz frente al bullicio del casco vello, en el que los turistas se entremezclan con los peregrinos y los universitarios. Relax y sosiego solo interrumpidos cuando los romeros se agolpan alrededor de la Puerta Santa, dibujando una cola en caracol que abarrota la plaza.

Tamara Novoa Alonso
Fotografía: Pío García

A Quintana - Santiago

La Praza da Quintana está estructurada en dos partes, divididas por unas escaleras. La parte alta es conocida como A Quintana de Vivos y la parte baja es A Quintana de Mortos, ya que en otros tiempos aquí había un cementerio. Las escaleras son el elemento más particular de esta plaza y sirven como lugar de descanso en los paseos por el centro de Santiago. Sentarse en uno de los peldaños y simplemente contemplar el entorno y la gente que por allí transita es un espectáculo para los sentidos. Tiene forma geométrica y está rodeada por grandes obras arquitectónicas.
En cada esquina descansa una historia. En el lado oeste se erige la catedral de Santiago, al este el convento de San Paio de Altanares, al norte la Casa da Parra y al sur la Casa da Conga.

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Tres puertas comunican la Praza da Quintana con la Catedral, dos de ellas en la parte inferior y la tercera en la superior. Esta última es conocida como Puerta de los Abades, pues por ella accedían los monjes del monasterio de San Paio, que eran los encargados de cuidar el sepulcro.
En el medio está la más conocida, la Puerta Santa, que solo se abre en año xacobeo, es decir cuando el 25 de julio coincide en domingo. Está presidida por las veinticuatro figuras procedentes del coro pétreo del maestro Mateo y remata con tres hornacinas barrocas que acogen a Santiago Apóstol y sus discípulos, Atanasio y Teodoro.
La tercera puerta es conocida como Pórtico Real y es por la que accedían los reyes. Se considera la primera del barroco compostelano. Destacan en ella el enorme escudo real y los adornos frutales típicos de las fachadas realizadas por Domingos de Andrade.

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En el extremo de la fachada encontramos la Berenguela, que es como se conoce popularmente la Torre del Reloj, que alberga la campana del mismo nombre en honor al arzobispo Berenguel, que en la Edad Media mandó su construcción. La Berenguela se ve desde casi todo Santiago por su altura. Se trata de un torreón de base robusta y añadidos barrocos en lo alto que lo embellecen.

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Frente a la fachada catedralicia encontramos el gran muro del monasterio de San Paio de Antealtares, fundado en el siglo IX por el rey Alfonso II en la parte oriental del entonces recientemente aparecido sepulcro del apóstol Santiago, y de ahí el nombre Antealtares. Lo habitaron inicialmente doce monjes benedictinos encargados de cuidar y dar culto al santo. Tras su marcha en 1499, fue ocupado por monjas benedictinas de clausura. En él profesaron mujeres de la alta nobleza, convirtiéndose en el monasterio femenino más importante de Galicia. A la iglesia del monasterio se accede a través de la Vía Sacra. En ella podemos escuchar canto gregoriano diariamente. A través de la iglesia también se accede al Museo de Arte Sacra.

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Al sur de la Praza da Quintana se levanta un hermoso edificio barroco, conocido por los soportales bajo los que ahora hay varias cafeterías. A este edificio se le llama Casa da Conga y como su nombre indica era la vivienda de los canónigos de la catedral. El diseño inicial es obra de Domingos de Andrade, pero quien finalizó la construcción en 1730 fue Casas y Novoa. Se estructura como un bloque de cuatro edificios con un vistoso pórtico corrido que las une. Es de estilo muy clasicista. En la actualidad, la casa de la derecha es sede del Colegio de Arquitectos de Galicia.
Frente a ella, en lo alto de las escaleras, encontramos la Casa da Parra. Recibe el nombre de los racimos que decoran y enmarcan las puertas inferior y superior del lado derecho. Es una casa más ornamentada que la de A Conga y en la actualidad alberga una sala de exposiciones. En esta construcción, obra también de Domingos de Andrade, destacan las ménsulas labradas en la parte inferior del balcón y la monumental chimenea.
A Quintana luce más animada en verano cuando se celebran conciertos y las terrazas ocupan una parte del terreno. Sin embargo, tiene un encanto especial en invierno, cuando la lluvia moja las piedras dotándolas de un brillo único y las brumas juegan con la torre de la Berenguela, imprimiéndole un aire místico. Un entorno mágico en una ciudad mágica.

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