Qué ver en la Ribeira Sacra. Con la sensación de que la vista nos alcanza hasta el infinito, empezamos la ruta de hoy en el mirador de Cividade, en el corazón del Sil, sintiéndonos en plena explosión de la naturaleza, donde el río gana cada día su lucha milenaria por abrirse paso entre la piedra.
Las laderas escarpadas flanquean el cauce, como queriendo protegerlo en su camino al encuentro con el Miño. La vegetación entabla también una particular batalla contra el suelo árido, creando un paisaje bicolor digno de cualquier lienzo de los mejores maestros de la pintura gallega.
Amara Castro Cid
Fotografía: Pío García
El diseño vanguardista de la plataforma de madera y acero sobre la que nos encontramos es obra de la arquitecta Isabel Aguirre, quien eligió las tonalidades de forma que el mirador se fundiese con el paisaje rocoso envolvente. En frente, el monte de A Meda, al oeste el embalse de Santo Estevo y, aquí arriba, nosotros, casi sintiendo vértigo por la impresión de estar sobre algo parecido al abismo. Y es que nos encontramos a unos cuatrocientos cincuenta metros sobre el nivel del río.
Seguimos nuestra ruta de qué ver en la Ribeira Sacra, hacia otro de los miradores más espectaculares del interior de Galicia mientras nos acompaña una banda sonora de riachuelos, chasquidos de ramas y el viento que de vez en cuando se cuela por entre los árboles. Un grajo nos viene siguiendo desde hace un rato. De vez en cuando avisa de su presencia, como marcando el territorio con sus graznidos. En el mirador de San Esteban nos encontramos a un grupo de turistas que disfrutan del privilegio de contemplar la paz del río. Como nosotros, no se cansan de hacer fotos, inmortalizando las vistas desde varios ángulos. A muy poca distancia se encuentra el área recreativa de Os Chancís, donde se ha construido un embarcadero enmarcado por los característicos viñedos en terrazas propios de la Ribeira Sacra.
Nuestra próxima parada de qué ver en la Ribeira Sacra, es en el río Xábrega. Por caminos que serpentean entre la frondosa vegetación vamos cruzando puentes y dejando atrás rápidos y saltos de agua. Los molinos van salpicándose aquí y allá. Ruedas dentadas, muros de piedra cubiertos de musgo y postes de madera se alían para dominar el agua en pequeñas construcciones que fueron antaño el sustento de las familias del lugar. Los conductos labrados por la mano del hombre dejan paso a una melodía relajante que nos invita a refrescarnos, descansar un rato y reponer fuerzas.
Sintiendo que la naturaleza es aquí un espacio infinito y libre que nos abraza y nos protege, nos dirigimos a la iglesia de San Estevo de Anllo, construida allá por el siglo XVI. Una silueta de piedra se dibuja a lo lejos. Nos vamos acercando y nos reciben sus dos campanas protegidas por los birretes que culminan el campanario. La espadaña parece elevar el granito partiendo de la sencillez de la fachada. La verja está abierta y accedemos al pórtico que recorre el frontal y el lateral en el que se encuentra el camposanto. El entorno invita al recogimiento y a qué ver en la Ribeira Sacra, por un momento, se hace el silencio.
Muy a nuestro pesar, es hora de volver a casa después de qué ver en la Ribeira Sacra. Tenemos la sensación de haber recorrido el camino por fuera y por dentro, en un viaje introspectivo que no termina aquí ni ahora. Soñamos ya con paisajes futuros que llenarán otros lienzos en blanco. Ya os iremos contando, pero mucho mejor sería que vinieseis a vivirlo formando parte del escenario de la Ribeira Sacra, con la naturaleza siempre como telón de fondo.