Catedral de Santiago
Cuando conocí a la escritora portuguesa Fausta Cardoso, me contó que cada viaje a Santiago de Compostela era diferente, único, que la ciudad nunca era igual dos veces.
Desde el hallazgo del sepulcro del apóstol Santiago la ciudad compostelana se convirtió en centro de peregrinación europea y en una de las ciudades, cultural y económicamente hablando, más importantes de la época. Santiago guarda todavía esa esencia y en un paseo por sus sinuosas calles empedradas, iremos descubriendo numerosos edificios de corte palaciego. Todas estas rúas (como se les conoce en Galicia) desembocan en la majestuosa plaza del Obradoiro donde se erige la Catedral, que aunque de corte románico tiene añadidos barrocos. En la misma plaza se levantan el Hostal de los Reyes Católicos, el Pazo de Raxoi que acoge el ayuntamiento de la ciudad y el Colegio de San Xerome. Un espectáculo arquitectónico que bien merece que nos detengamos a observarlo mientras de fondo nos llegan las notas de la gaita que suena incansable bajo el arco de Quirós.
Cuando conocí a la escritora portuguesa Fausta Cardoso, me contó que cada viaje a Santiago de Compostela era diferente, único, que la ciudad nunca era igual dos veces.
Fran Zabaleta es vigués, aunque se desenvuelve con envidiable soltura por las calles medievales de Compostela, cuya historia conoce muy bien. Quedamos con él en una terraza de la zona vieja y nada más llegar le preguntamos a bocajarro qué tal sienta recibir tantos elogios por una novela.
¿Un día gris y nublado? Una estupenda ocasión para darnos una vuelta por Santiago y disfrutar de este ambiente. Para ello tengo la perfecta banda sonora, escrita en gallego ni más ni menos que por Federico García Lorca: «Madrigal á cibdá de Santiago», conocida también como «Chove en Santiago».
El Pórtico de la Gloria, obra cumbre de la escultura románica, es un escenario vivo, un libro tallado en piedra que acoge al peregrino a su llegada a la catedral de Santiago.
Desde el hallazgo del sepulcro del apóstol Santiago la ciudad compostelana se convirtió en centro de peregrinación europea y en una de las ciudades, cultural y económicamente hablando, más importantes de la época. Santiago guarda todavía esa esencia y en un paseo por sus sinuosas calles empedradas, iremos descubriendo numerosos edificios de corte palaciego.
A Cidade da Cultura, en las afueras de Santiago, se eleva sobre el monte Gaiás y pretende actuar como centro vertebrador de todos los ámbitos culturales de Galicia.
A un tiro de ballesta de Santiago se oculta la historia. Pasa desapercibida, como si contuviera el aliento, quizá temerosa de que la descubramos.
A Quintana es el tañer de la campana marcando las horas, el murmullo de la gente en la terrazas, el sol escondiéndose tras la torre de la Berenguela, el juego de reflejos multicolor que se crea sobre la piedra mojada. Se trata de la plaza preferida por los santiagueses que encuentran aquí un oasis de paz frente al bullicio del casco vello, en el que los turistas se entremezclan con los peregrinos y los universitarios. Relax y sosiego solo interrumpidos cuando los romeros se agolpan alrededor de la Puerta Santa, dibujando una cola en caracol que abarrota la plaza.
Desde niño una de sus aficiones ha sido pasearse por los escaparates de las librerías de A Rúa do Vilar. Lo que nunca pensó es que algún día allí reposarían sus novelas.
En la Plaza de la Inmaculada se levanta este monasterio, fundado por un grupo de benedictinos poco después del descubrimiento de los restos del Apóstol.