De A Ínsua a Cabo Vilán

Aun en el caso de aborrecer la poesía, la literatura puede ayudar, y mucho, cuando te decides a quemar rueda o zapatilla de A Ínsua a Cabo Vilán.
Algunos autores gallegos se inspiraron en lo escarpado de su relieve para dar forma a sus renglones. ¿Por ejemplo? Eduardo Pondal. Seas o no gallego, Pondal te sonará de oídas: es el autor del himno de nuestra comunidad autónoma.

Probablemente tampoco haga falta que te ponga en situación al mencionar la Costa da Morte. Sí, es ese segmento del litoral coruñés cuya historia está aderezada con crudelísimos relatos de naufragios que inducen al tembleque o a la pesadilla. Y sí, también es cierto que se ha discutido mucho, y se sigue discutiendo, sobre cuáles son sus fronteras.

Cerca de Cabo Vilan

Tal y como dice la Xunta de Galicia, «el geodestino Costa da Morte abarca los ayuntamientos de Cabana de Bergantiños, Camariñas, Carballo, Carnota, Cee, Coristanco, Corcubión, Dumbría, Fisterra, A Laracha, Laxe, Malpica de Bergantiños, Mazaricos, Muxía, Ponteceso, Vimianzo y Zas».
Dejando a un lado la delimitación institucional, puedes hacerte con uno de esos libros de poesía gallega y diseñar una ruta a medida, de A Ínsua a Cabo Vilán. Pondal defendía que la Costa da Morte se extendía desde la Praia de Traba, en el municipio de Laxe, hasta Cabo Vilán, en Camariñas.

Monte Branco - Ponteceso

Solo que hemos preferido iniciar el trayecto algunos kilómetros más al este. Y es que en Ponteceso, tierra natal de Pondal, también hay un paraje que dio y da para unos cuantos versos: el monte Branco.
El autor del himno gallego lloraba así a la blancura de esta ladera, temiendo que algún día pudiese perder intensidad: «Ti negreas, eu teño a cabeza chea de cabelos brancos» («Tú negreas, yo tengo la cabeza llena de cabellos blancos»).
Este monte debe su blancura a los granos de arena que corretean desde la barra de A Ínsua, una ensenada que cuenta con dunas de hasta dos kilómetros de longitud y cuatrocientos metros de anchura media.

Rio Anllóns

El tándem formado por el monte Branco y las cien hectáreas de ensenada cobra más importancia ya que, en torno a A Ínsua, las agua del río Anllóns migran hacia el océano Atlántico a través de la ría de Corme-Laxe.
Este estuario es un punto imprescindible para el marisqueo de berberecho, aunque hace unas cuantas décadas también potenció otros oficios como el de lancheiro o el de gabarreiro.

Playa de Rebordelo - Cabana de Bergantiños
Cidá de Borneiro

Tras pisar el monte Branco, avistar el espacio protegido de A Ínsua y haber nadado en las aguas del Anllóns, si uno camina hacia el oeste se encontrará con numerosas playas: O Pendón (fluvial), Rebordelo, San Pedro… Todas ellas se encuentran en el municipio de Cabana de Bergantiños, que reserva un espacio especial para los aficionados a la arqueología: la Cibdá de Borneiro. Este yacimiento, declarado Bien de Interés Cultural, sirve como ejemplo de la cultura castreña de finales de la Edad de Hierro.
Pero el patrimonio arqueológico de este pedazo de la Costa da Morte no se reduce a la Cibdá. A aproximadamente dos kilómetros del castro se encuentra el dolmen de Dombate, una tumba de corredor que es considerada un icono del megalitismo gallego.

Dolmen de Dombate

Una vez explorado el ayuntamiento de Cabana de Bergantiños y con el objetivo de alcanzar la Praia de Traba, toca caminar en dirección al municipio de Laxe.
Hace unos siglos, este lugar marinero instaló cañones en el atrio de la iglesia de Santa María da Atalaia para evitar saqueos de los enemigos. Ya en el siglo XX, sintiéndose más preocupados que amenazados, los vecinos de Laxe construyeron un faro en el monte da Ínsua para ayudar a las embarcaciones amigas a pisar tierra firme. Quien lo visite se encontrará en las inmediaciones con una escultura llamada «A Espera», pensada como un homenaje a las familias de esos navegantes que no regresaron a puerto.
En dirección oeste, tras atravesar puntas como Cal do Castro, se encuentra la playa de Soesto, a la que sigue el arenal de Traba. Aquí, según Pondal, empezaba la Costa da Morte. Aquí el mar comenzaba a embravecerse hasta llegar a cabo Vilán.

Faro de Laxe

Entre la playa de Traba y cabo Vilán uno puede caminar descalzo sobre la arena de playas de Camariñas como Arou o Lobeiras.
Además, el tramo que une el lugar de Arou con cabo Vilán forma parte de la Red Natura 2000 debido a sitios como la ensenada do Trece en plena ruta de A Ínsua a Cabo Vilán. Este entorno de playas con aspecto desértico es conocido por el cordón arenoso de su interior, que da paso a un campo de dunas remontantes que llegan a alcanzar los ciento cincuenta metros de altitud. Entre su flora destaca la planta camariña, el subarbusto protegido que da nombre al municipio.

Enseada do Trece

Donde remata el entorno de O Trece comienza un sendero que lleva al cementerio de los ingleses. En este lugar recibieron sepultura los marineros que viajaban a bordo del Serpent, un barco procedente de Plymouth que naufragó en dicha ensenada cuando se dirigía a Sierra Leona.
En la actualidad, la zona se ha llenado de milladoiros, montículos de piedras que señalan un territorio con un carácter especial o sagrado esta ruta de A Ínsua a Cabo Vilán.

Cemiterio dos Ingleses

Dejando lo místico a un lado y cerca de cabo Vilán se encuentra Area Longa. Desde esta playa se sienten y se ven las olas estallando con fuerza en faro Vilán.
Este faro camariñán fue el primero en funcionar con suministro eléctrico de toda España. Desde 1896, su luz ilumina uno de los tramos más temidos de las Rías Altas. Por algo Eduardo Pondal eligió el intervalo que discurre entre este lugar y Laxe como el pedazo de litoral que merecía ser reconocido como Costa da Morte.
Y tú, ¿a la ruta de A Ínsua a Cabo Vilán, qué valiente te apuntas?

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Cabo Vilan