Las mejores rutas en coche: de Meira a Ribadeo

Ariel Martínez
Dirección y fotografía: Pío García

Pinceladas del río Eo

El río Eo es la frontera natural entre Galicia y Asturias. Sus más de noventa kilómetros de longitud discurren por hermosos parajes lucenses y asturianos hasta formar la ría de Ribadeo y desembocar en el mar Cantábrico. Es un río muy apreciado por pescadores, ya que es hábitat de truchas y salmones.
A lo largo de sus orillas se pueden encontrar múltiples propuestas para pasar ratos agradables e inolvidables. Monumentos históricos y representativos de un pasado espléndido, lugares de ensueño y leyendas… Todo envuelto en un entorno verde, fresco y puro.

El monasterio de Santa María de Meira se encuentra en la parroquia del mismo nombre y muy cerca de Lugo. Fue construido en el siglo XII sobre unas tierras que le fueron donadas a la orden del Císter por los condes de Sarria.
Del monasterio, declarado Monumento Histórico en 1931, ya solo se conserva la iglesia y parte del claustro renacentista. A cambio, la iglesia sigue impresionando por su aspecto austero y funcional, tan perseguido por el estilo cisterciense. De especial belleza son el rosetón de tres círculos concéntricos y los herrajes de la puerta, que son los originales del siglo XIII.

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Mucho se ha discutido sobre el lugar de nacimiento del río Miño, el más largo y caudaloso de Galicia. El privilegio se lo disputaban el Pedregal de Irimia y la laguna de Fonmiñá. Lo cierto es que toda la sierra y el valle de Meira se sitúan sobre una balsa de agua que hace que el agua nazca en varios puntos. Fue necesaria la ayuda y pericia de expertos para determinar que el Miño empieza su larga travesía de más de trescientos kilómetros en el Pedregal.
En este paraje tranquilo, bajo un lecho de piedras que semejan un arroyo pétreo, se puede oír un ligero murmullo de agua. Es el comienzo tímido de un largo viaje que acaba en el océano Atlántico.
No es de extrañar que entorno a este espectáculo natural de setecientos metros de extensión se formasen diversas leyendas. Hay quien asegura que las piedras son pecadores a la espera de la redención de sus almas mediante el agua pura. Otra leyenda afirma que en estos lugares vivía una meiga llamada Irimia. Debido a sus disputas con los monjes del convento cercano, que la habían desposeído de sus tierras, la meiga lanzó un conjuro y cubrió el nacimiento del río con las piedras para que nadie pudiera acceder a sus aguas.

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Hornos de Vilaoudriz en A Pontenova. A orillas del río Eo se encuentra el municipio de A Pontenova. Entró en la historia por su pasado minero. Muestra de ello son los altos hornos que se convirtieron en su seña de identidad. Gracias al interés de una empresa vasca en las explotaciones mineras de la zona, se construyó el primer horno de calcinación en 1902. Para su construcción se usaron ladrillos de la fábrica de Sargadelos. Le siguieron cinco hornos más. Con una altura de once metros y cuatro de diámetro, estos hornos eran utilizados para procesar los minerales extraídos de las minas al margen del río Eo. Incluso se llegó a construir una línea de ferrocarril que transportaría los minerales extraídos hasta el puerto de Ribadeo a una distancia de treinta y cuatro kilómetros. Finalmente, en la década de 1950 la actividad minera cesó, aunque el ferrocarril siguió funcionando alrededor de una década más, ya que también se dedicaba al transporte de pasajeros. En la actualidad, se puede recorrer un tramo de diez kilómetros de este trayecto que se ha convertido en vía verde. Es una manera de recordar la época de prosperidad de este pequeño municipio.

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La riqueza de su patrimonio cultural le sirvió al casco antiguo de Ribadeo la declaración de Bien de Interés Cultural en 2004. Pasear por la capital de la Mariña Oriental nos traslada a un pasado donde queda vigente su esplendor económico. Una muestra de ello son las numerosas casas de indianos que se construyeron por esta zona a principios del siglo XX. Eran las viviendas que mandaban construir los emigrantes a América en su pueblo de origen una vez que habían amasado cierta fortuna en el lejano continente. Estas construcciones se diferenciaban de las demás no solo por su envergadura, sino por la riqueza de sus complementos y su estilo innovador.
En este sentido destaca la torre de los Moreno, en pleno centro urbano de Ribadeo. Fue construida en 1905 por orden de los hermanos Moreno. La estructura se compone de hormigón y hierro y su cúpula está cubierta de cerámica vidriada.
Justo al lado se encuentra el pazo de Ibáñez, también conocido como el pazo del marqués de Sargadelos. Este edificio, con la llamativa balconada de estilo isabelino, fue construido a finales del siglo XVIII para residencia de Antonio Raimundo Ibáñez Llano y Valdés, el fundador de la famosa cerámica de Sargadelos. Hoy en día es sede del ayuntamiento.

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Una actividad amena de la que disfrutar en Ribadeo es seguir la ruta de los miradores. Con sus casi doce kilómetros de recorrido nos permite tener una visión íntima de los lugares más emblemáticos y la hermosa ría. Un paseo que culmina con las vistas sobre la Isla Pancha. Se trata de un islote de poca extensión, hecho que no le impide acoger a los dos faros con los que cuenta Ribadeo. El más antiguo es de planta cuadrada, construido en 1857, y el moderno es una torre cilindrada que comenzó a funcionar en 1983.

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