El misticismo envuelve el santuario de San Andrés de Teixido. Sobre unos acantilados que presumen de hallarse entre los más altos de Europa, a la par con los irlandeses y noruegos, a San Andrés se dirigen los romeros ya que, como reza el dicho, «quien no lo va de vivo, va de muerto», pero convertido en insecto o reptil. Los mitos persiguen a este peculiar templo desde su fundación. Cuenta la leyenda que san Andrés llegó aquí en medio de un temporal. La barca en la que viajaba volcó y quedó convertida en un gran peñasco conocido hoy como, no es muy original, «la barca de san Andrés».
Tamara Novoa Alonso
Fotografía: Pío García
Estamos al norte de la provincia de A Coruña, a doce kilómetros de Cedeira. Una carretera sinuosa nos conduce hasta este pueblo, que se encuentra escondido entre las laderas de la sierra de A Capadela. En cada curva nos encontramos de frente con el mar y los acantilados escarpados. En la cima, desde la garita de Herbeira, tenemos una preciosa vista del océano Atlántico, y si el día está despejado podemos distinguir las Sisargas al sur y Estaca de Bares al norte.
San Andrés de Teixido es el segundo lugar de peregrinación de Galicia, solo por detrás de Santiago. Y el más antiguo, anterior al cristianismo. Pero el catolicismo se apropió de sus mitos, y ahora nos cuenta que todo se debe a que san Andrés, triste por el lugar apartado que le había tocado, se quejó a dios y este le prometió que todo el mundo iría a San Andrés de Teixido, y de no hacerlo en vida lo haría reencarnado en algún animal cuando muriese.
Y bien merece la pena ir en vida, por el entorno natural que rodea el santuario. El 8 de septiembre se celebra en San Andrés de Teixido una romería y miles de devotos ascienden a pie para sacar en procesión al santo. Los piadosos acuden con una vela con la forma de la parte del cuerpo que quieren curar. Para que se cumplan sus peticiones deben beber agua por los tres chorros que manan de la fuente de los tres caños, también conocida como Fonte do Santo. Además, para saber si el deseo se va a cumplir, basta con tirar una miga de pan al agua: si esta flota significa que la súplica se cumplirá, si por el contrario se hunde no correrá la misma suerte.
A las puertas de la iglesia de San Andrés de Teixido, varios vendedores ambulantes ofrecen los productos típicos de las romerías, como rosquillas y cirios, pero también artículos singulares, como los «sanandresiños», unos amuletos elaborados con miga de pan sin fermentar que se moldean simulando diferentes formas y una vez endurecidos en el horno se pintan y decoran con diferentes colores.
En la romería venden también unos ramilletes que incluyen diferentes figuras, cada una con una simbología. La flor favorece la vida amorosa, la mano ayuda en los estudios, la barca sirve de protección en los viajes, la sardina para que no falte alimento, la escalera ayudará a que mejoremos en el trabajo y los negocios, la corona del santo y la paloma representan la paz y la suerte en general y la que tiene la forma del santo guardará por nuestra salud. También ofrecen la conocida como herba de namorar, un clavel marino que abunda entre las rocas del acantilado. Esta planta propicia el erotismo y la fertilidad porque, como dice el proverbio, «a San Andrés van dos y vuelven tres».
San Andrés de Teixido es un pequeño pueblo blanco. La iglesia actual fue construida en el siglo XVI, aunque tiene sus orígenes en una más antigua. Apreciaremos detalles góticos en su exterior y su retablo, construido en 1665, tiene un cierto aire barroco. Según la leyenda, aquí se guarda un hueso del Apóstol.
El encanto de este lugar atrajo antes a los celtas, para los que san Andrés simbolizaba la puerta del más allá. De hecho el topónimo Teixido proviene de la abundancia de tejos en la zona, árbol sagrado para celtas y germanos. San Andrés les proporcionaba una vista inmejorable del océano para prevenir cualquier incursión, pero además era un sitio en el que rendir culto a sus dioses. Mucho no ha cambiado desde entonces, aunque esos dioses se llamen ahora de otra forma…
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