Castillo de San Antón, el corazón de A Coruña que palpita historia
Las olas baten contra la isla del Castillo de San Antón, allí donde se alza ese castillo fortaleza que fue testigo durante siglos de los períodos más tumultuosos de la historia de A Coruña: presenció como los coruñeses encabezados por María Pita vencieron a Drake y los ingleses; consiguió frenar la entrada de los franceses, medio siglo más tarde; fue habitado por los soldados más intrépidos, y también pasaron por aquí aquellos que fueron perseguidos por su pensamiento librepensador. Todos ellos dejaron su huella en el castillo que hoy nos abre las puertas convertido en museo.
Tamara Novoa Alonso
Fotografía: Pío García
El Castillo de San Antón está en la entrada por mar de A Coruña, en un lugar emblemático desde el que podemos disfrutar de unas vistas espectaculares de la ciudad. Dedicado a museo desde 1968, se divide en tres secciones: el patio de entrada está dedicado a la heráldica medieval, la planta baja a la arqueología y la planta alta a los acontecimientos históricos más relevantes de la ciudad herculina.
Los orígenes del Castillo de San Antón se remontan a la época medieval. En esta pequeña isla se levantaba una capilla en honor a este santo y un lazareto en el que se atendía a los navegantes afectados por alguna enfermedad contagiosa, a fin de evitar la temida peste. Con la llegada del Renacimiento recomendaron a Carlos I la fortificación de la ciudad, que era continuamente asediada por piratas. Por este motivo se planificó construir un castillo fortaleza en la isla. En 1588 comenzaron las obras de fortificación, el castillo siguió el estilo napolitano típico de la época renacentista y a ello se debe su planta geométrica en forma de estrella.
En el Castillo de San Antón se detuvo la Invencible, que protagonizaría una de las derrotas más sonadas de la armada española. El ataque de Drake puso en evidencia las debilidades del puerto de A Coruña, que no fue quien de poner freno a la entrada de los ingleses que, finalmente, serían derrotados por un levantamiento popular encabezado por coruñesas como María Pita. Este episodio aceleró las obras de la fortaleza. Cuando en 1639 la armada francesa intentó invadir A Coruña, se encontraron con una ciudad completamente fortificada. La cadena que unía San Antón con Santa Cruz fue la culpable de los hundimientos de las naves francesas.
A finales del XVII San Antón se convirtió en prisión. Y aunque la lista de presos está llena de nombres extranjeros, el encargado de estrenar los calabozos fue el farero de la Torre de Hércules, Gómez Catoira. Estamos en plena Ilustración y las luchas entre liberales y absolutistas dejó a muchos ilustrados entre las paredes de San Antón. Entre ellos Malaespina, Mecanaz o el general Díaz Porlier, que terminó siendo ahorcado en el campo de la Leña con tan solo 27 años.
Lo primero que encuentras al entrar en el islote por la pasarela, construida en 1947, es la Casa do Boteiro, hoy convertida en biblioteca y recepción del museo. Antaño residía aquí el encargado de transportar a personas y víveres desde la ciudad a la isla. A continuación, una monumental puerta presidida por el escudo de España de la época de Felipe II nos da la bienvenida al castillo. En la entrada está el patio de armas, a cuyos lados encontramos las antiguas casamatas, que fueron utilizadas como dependencias para los soldados y después se convirtieron en celdas. Hoy en día en ellas están expuestos restos escultóricos de época medieval, entre los que hay sarcófagos, laudas y una gran colección de piezas de heráldica coruñesa.
A continuación entramos en la planta baja del edificio, donde estaban las antiguas dependencias de guarnición del Castillo de San Antón. Aquí se exponen piezas de los diversos períodos de la prehistoria e historia antigua de Galicia, procedentes en su mayoría de excavaciones arqueológicas de la provincia. Aquí se recogen restos que datan de la Edad del Bronce, como el cuenco de oro encontrado en la playa de Leiro en Rianxo, que por su forma se pensó que podía ser un casco. Los restos castrenses tienen una gran representación en el museo. Destacan las diademas repujadas en oro recogidas bajo el nombre del tesoro de Elviña y que ponen de manifiesto las técnicas de orfebrería que ya en aquellos tiempos manejaban estos pobladores. La posterior romanización ocupa también gran parte de la exposición.
Sin duda uno de los tesoros arquitectónicos del Castillo de San Antón es el aljibe, un estanque construido en plena roca y abovedado con robusta cantería. El agua de la lluvia se filtra a través de la terraza, proporcionando agua potable. Se trataba de un elemento fundamental para el castillo, ya que al estar construido en una isla los soldados corrían el riesgo de quedarse aislados.
La planta alta está formada por la capilla la casa del capellán y la casa del gobernador. Aquí se recuerdan algunos hitos de la historia de la ciudad y se conservan muebles de la época, artículos de navegación y banderas antiguas. La capilla de arquitectura neoclásica con bóveda vaída es uno de los principales atractivos. También interesantes son los murales de Xosé Sesto bajo las arcadas laterales. En la sacristía está expuesto el óleo de La virgen de la servilleta, atribuido por algunos a Murillo.
El broche final al recorrido por la larga historia de A Coruña lo pone un paseo por los jardines. A través de una estrecha escalinata en forma de caracol podemos acceder a la terraza situada en lo más alto de una de las torres. En el medio, un mural diseñado por Sargadelos representa los principales monumentos de la ciudad y el entorno nos sirve de guía para poder situarlos. Desde aquí tenemos una vista privilegiada sobre la ciudad herculina. Esa Coruña que ha ido cogiendo forma a lo largo de los siglos para convertirse en la urbe moderna, cosmopolita, urbana y cultural que es hoy en día.
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