En toda casa gallega hay un Sargadelos, bien sea una vajilla, un plato, un cenicero, un florero o una figura. Todos tenemos algún elemento cerámico hecho en tonos blancos combinados con azul cobalto recreando formas del imaginario gallego. Son tan identificables que no pasan desapercibidos, Sargadelos es seña de identidad de Galicia. En parte por su larga historia ligada al norte de la comunidad, pero también porque supo llevar la cultura gallega a elementos tan cotidianos como la vajilla.
Un museo de Sargadelos en la antigua fábrica cuenta la historia de la marca
Tamara Novoa Alonso
Fotografía: Pío García
Puede que viviese su máximo esplendor en otros tiempos, cuando las piezas de Sargadelos eran el regalo estrella en las bodas de toda familia media. Sin embargo, la marca ha pervivido en la memoria de todos y tiene un amplio público no solo en Galicia, sino también fuera, donde han sabido apreciar el valor de estas cerámicas elaboradas a partir del caolín cocido en hornos a mil grados de temperatura y pintadas a mano.
La fábrica de Sargadelos, inaugurada en 1806 por Antonio Reimundo Ibáñez, tiene sus orígenes en una siderurgia de Cervo, Lugo, que aprovisionó de armas y municiones a la armada española. La familia Ibáñez supo combinar la empresa armamentística con la elaboración de loza ornamentada de gran éxito. Sargadelos se convirtió con los Ibáñez en el principal motor económico de la comarca, con más de mil familias trabajando en la factoría. Sin embargo, los avatares económicos fueron una constante a lo largo de su historia y en 1875 se ejecutó su cierre total. Y así se mantuvo hasta mediados del siglo XX, cuando Isaac Díaz Pardo se decidió a recuperarla y reinventarla.
Junto a Luis Seoane y otros galleguistas del exilio, creó en la década de 1960 el laboratorio de las formas que más tarde derivaría en lo que hoy conocemos como la fábrica Sargadelos. Díaz Pardo recuperó la elaboración artesanal de las piezas cerámicas e incorporó a sus estampados elementos puramente gallegos, reproduciendo siluetas de personajes históricos y literarios, símbolos celtas o haciendo referencia incluso a lugares de Galicia.
El espacio donde se encuentra la fábrica de Cervo fue declarado en 1972 Conjunto Histórico Artístico. Junto a la actual nave, de forma circular, encontramos las ruinas de la antigua fundición, las viviendas de los operarios y los restos de los cuatro hornos de calcinación. Además, el edificio de la administración, donde antaño estaban las oficinas de la factoría, ha sido restaurado y alberga un museo que nos acerca a la historia y elaboración de las cerámicas. En el interior también hay una sala temporal que acoge exposiciones de carácter cultural. Previa cita, el turista puede visitar la fábrica y ver cómo es el trabajo y el funcionamiento fabril.
Pero por si algo destaca este conjunto de Sargadelos es por el entorno natural en el que se encuentra. En el bosque que rodea el complejo encontramos una presa junto a la que hay un gran árbol donde las parejas graban sus nombres; por eso, este trayecto recibe el nombre de paseo dos namorados. El frondoso sendero que discurre junto al río Xunco está dividido en tres tramos de senderismo y nos conduce hasta el centro de Cervo.
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