Qué hacer en las Rías Baixas: talasoterapia

Tamara Novoa Alonso

Vilan

El tratamiento de los dioses

Agua. Ése era el antídoto de Hércules. El semi-dios romano, conocido como Heracles entre los griegos, era famoso por su brío y vigorosidad. Logró vencer al León de Nemea, al Jabalí de Erimanto, al Toro de Creta y todos los seres magníficos que la diosa Era interpuso en su camino. Como paliativo, tras cada una de sus batallas, practicaba inmersiones en aguas salutíferas que ayudaban a que sus músculos se relajasen y tonificasen y lo dejaban pronto para el próximo desafío. Tales eran sus hazañas que muchos lo creían inmortal y acabó muriendo no por flaqueza física, sino sentimental. Al parecer fue Atenea, diosa de la sabiduría, quien le recomendó el uso del agua como terapia. Una práctica que ha llegado hasta nuestros días aunque ahora el proceso sea más sofisticado. Hipócrates (S.V a.c.), padre de la medicina, es considerado el precursor de lo que hoy conocemos como Talasoterapia. Con él, desaparece el concepto mágico de la enfermedad en el que se usaba el agua marina como elemento purificador del alma. Pero permanece el agua salada como elemento terapéutico, recetando inmersiones y lavados para tratar dolencias comunes.

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Agua, algas y aire son los elementos centrales de la talasoterapia. Pero, para que el resultado sea el esperado, estos ingredientes deben ser seleccionados con especial esmero. El agua debe ser marina y recogerse a 150 metros de la orilla y a un mínimo de 9 metros de profundidad. El segundo elemento, las algas, son ricas en yodo, calcio, fósforo o potasio. Tras recolectarlas son deshidratadas y convertidas en polvos que conservan todos sus beneficios, cuando se vayan a utilizar se mezclan con agua de mar y se calientan a 40º. Y en tercer lugar el aire marino, que tiene propiedades desinfectantes con efectos sedantes y anti-estrés. Por este motivo, los centros en los que se aplican tratamientos de talasoterapia deben construirse a menos de 1.000 metros de la línea litoral. Lo que implica que en muchos casos estos edificios estén frente al mar. De tal manera, que mientras disfrutas de un gratificante baño en alguna de las piscinas, gozas de una relajante vista al océano. Lo que convierte tus vacaciones saludables en idílicas.

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Un recorrido por un centro de talasoterapia podría comenzar en la piscina de chorros donde la presión del agua propicia que nuestros músculos se relajen. A continuación, para mejorar nuestro sistema circulatorio probaríamos los cambios de temperatura combinando los baños de vapor con los de hielo. Tras un relajante baño en la piscina, como broche final del circuito y para deleite de nuestro cuerpo pasaríamos a manos de los masajistas. El agua marina debe estar a 36º de temperatura al entrar en contacto con el cuerpo, provocando un proceso de osmosis natural. Que consiste en que el cuerpo absorbe el agua, reequilibrando nuestro organismo, gracias a que ésta tiene una composición similar al plasma sanguíneo. La talasoterapia es muy beneficiosa para combatir reumatismos crónicos, patologías del sistema respiratorio o circulatorio y también problemas de tipo nervioso como el estrés, depresiones, insomnio y fatiga. La calidad y abundancia de agua hace de Galicia un lugar propicio para instalar centros de talasoterapia. Por ese motivo podemos encontrar varios en la región, en sitios como Oia, A Toxa o A Coruña, centros que pueden presumir de estar entre los mejores de España.