Tradición y modernidad en Bilbao

Rodeada de montañas que crean un cinturón de naturaleza, con la ría y el Nervión como protagonistas del enclave, la ciudad de Bilbao me llama de nuevo. Esta vez he querido alquilar un coche para moverme con autonomía por sus calles repletas de tradición y modernidad.

Coche de alquiler

No es la primera vez que voy a Bilbao, pero en esta ocasión tengo algo más de tiempo y un plan especial. Para el viaje hasta mi destino me decidí por el avión. El vuelo ha sido de lo más relajado, sin turbulencias ni sobresaltos. Nada más llegar al aeropuerto he recogido un coche alquilado que, previamente, había contratado online comparando precios a través de DiscoverCars.com Gracias a este comparador de coches de alquiler online no he tenido que perder tiempo del viaje parándome a escoger. Así podré moverme con total libertad y no me cuesta mucho más que ida y vuelta en taxi al aeropuerto. Además, el hecho de tener un coche de alquiler a mi disposición me facilita poder hospedarme en una casa rural a las afueras para combinar las visitas a la ciudad con el descanso en la naturaleza. 

Conducción para disfrutar

A pesar de que el navegador me recomienda una ruta más rápida, elijo la que discurre, principalmente, por la carretera BI-631. Me apetece disfrutar de una conducción calmada para poder ir empapándome del paisaje. Hacía tiempo que tenía ganas de probar un SUV, un tipo de coche bastante diferente del mío. Aprovecho la tranquilidad de la vía para hacerme con el coche. Te recomiendo que hagas lo mismo cuando alquiles un coche en tus viajes. Tomarse los primeros minutos para familiarizarse con el modelo nunca está de más y nos garantiza una reacción adecuada en caso de emergencia. ¿Te imaginas tener que pararte a buscar el botón de los cuatro intermitentes si encuentras un atasco tras una curva, por ejemplo? Cuando viajamos tenemos que ser más precavidos que nunca. No queremos que ninguna imprudencia nos arruine los planes. Disfruta conduciendo, conduce disfrutando.

Viajando con Pío

Bilbao es agua dulce y salada 

Me dirijo directamente al corazón de Bilbao. Los bilbaínos, de modo cariñoso, le llaman Botxo, agujero en euskera, porque está ubicada en el centro del valle, entre altas montañas verdes que nos ofrecen multitud de miradores con vistas espectaculares sobre la ciudad. Bilbao es su ría y es el río Nervión. No se puede entender Bilbao sin tener en cuenta el río Nervión que serpentea dejando a un lado y otro de su cauce fragmentos de una ciudad dividida y unida al mismo tiempo por el agua. Agua dulce que llega desde la provincia de Álava recorriendo más de setenta kilómetros para alcanzar, por fin, el mar, en la ría de Bilbao.  

Según me voy adentrando en sus calles, al volante de mi coche de alquiler, voy recordando la sensación que tuve la primera vez que vine. Tradición y modernidad se dan la mano, no solo en la arquitectura sino también en las gentes y en el ambiente en general. Hay tanto que ver en Bilbao… Pero tengo claro por dónde voy a empezar.  

Museo de Bellas Artes de Bilbao

Primera parada

Atravieso el Nervión por el Puente del Ayuntamiento dejando atrás el edificio del consistorio. Espero visitarlo en otra ocasión para conocer su salón árabe, del que me han hablado maravillas. Ahora no me detengo porque tengo una asignatura pendiente con la ciudad y es mi primer objetivo. ¿Lo adivinas? Conduzco en paralelo al río por el Paseo Uribitarte solo hasta encontrar el aparcamiento en la plaza Pío Baroja. Cojo mi equipo fotográfico, me aseguro de haber cerrado bien el coche y salgo a respirar Bilbao. Estoy a una caminata de poco más de diez minutos para alcanzar mi destino. Al pasar frente a las torres Isozaki Bilbao, me deleito contemplando el reflejo del cielo en las simétricas paredes espejadas de la parte alta de sus torres gemelas. Dejo atrás el puente Zubizuri, también llamado Campo de Volantín o puente de Calatrava, arquitecto que lo diseñó para su inauguración en 1997, precisamente, el año en el que se inauguró el edificio que quiero visitar. ¿Ahora ya sabes cuál es? ¡El Guggenheim!, ¿cómo no? 

Guggenheim Bilbao

Guggenheim

Recorro el perímetro exterior y pierdo la noción del tiempo haciendo fotos. El Guggenheim es mucho más que un edificio. El arquitecto norteamericano Frank Gehry proyectó esta colosal escultura de titanio, piedra y cristal, para ofrecer al visitante una experiencia única que conjuga el arte expuesto con los singulares espacios articulados en torno al Atrio, coronado por un lucernario en forma de flor metálica. Voy captando con mi cámara distintas perspectivas. El edificio es impresionante. Uno se siente pequeño en medio de estos juegos de volúmenes y texturas tan magistrales. Hay varias esculturas a su alrededor, algunas archiconocidas, como la araña de Louise Bourgeois. Me detengo a observar el entorno, con el puente de la Salve o la Puerta de los Honorables acompañando la silueta del museo. Ahora toca perderse en el interior. Con mucha calma y la ayuda de la audioguía que me han facilitado, recorro las salas que conforman el museo. Me encanta todo lo que veo. Estoy fascinado por la simbiosis entre el edificio y el arte que contiene. La visita ha sido una experiencia que atesoraré en la memoria. Me siento privilegiado por haber podido estar aquí. 

Guggenheim Bilbao

Libertad de movimiento

A la salida, me alejo hasta la pasarela de Pedro Arrupe para fotografiar la esbelta Torre Iberdrola. Después de un día estupendo en la ciudad, sonrío al volver a mi coche. Me alegro de haber optado por la libertad de movimiento. Me voy a dormir al campo, a llenarme de naturaleza. Mañana me espera otra zona de Bilbao que tengo muchas ganas de visitar, el casco viejo.

Torre Iberdrola Bilbao

Energía renovada

He dormido genial y he tenido un despertador de lujo, el canto del gallo del vecino. El desayuno, cinco estrellas: pan recién horneado y mermelada de arándanos casera. Con las energías renovadas, me pongo al volante del SUV y me dejo llevar por las indicaciones que me ha dado el anfitrión, nada de GPS, solo el coche y yo, disfrutando de cada curva. 

Cuando me doy cuenta, estoy viendo la silueta de la Iglesia de San Antón y el puente con el mismo nombre que aparecen en el escudo de Bilbao. Es hora de callejear a pie y perderme en esta zona de la ciudad. 

Iglesia y puente de San Antón Bilbao

Mercado de la Ribera

Empiezo a sentir hambre y eso es motivo de alegría si estás en el paraíso de los pinchos. Entro en el Mercado de la Ribera. Hay tanta variedad que es difícil elegir. Repongo fuerzas y me doy una vuelta por las zonas dedicadas a la venta de productos frescos. Con más de diez mil metros cuadrados, el edificio, que recuerda una antigua embarcación de paseo, es una obra estilo racionalista del arquitecto Pedro de Ispizua y data de 1929. Me quedo extasiado observando la luz que se cuela por celosías y vidrieras de colores art decó. El ambiente es como el de la ciudad, una exquisita mezcla de antigüedad e innovación. Aquí dentro tienen cabida desde los típicos puestos de la plaza de toda la vida hasta una escuela de cocina que ofrece la posibilidad de vivir experiencias gastronómicas en primera persona.

Mercado de la Ribera Bilbao

Muelle de Marzana

Para completar el almuerzo, me dirijo al animado muelle de Marzana. Por el camino, tomo algunas fotografías de esta parte de la ciudad que, tanto por el agua como por el colorido de los edificios, me recuerda un poco a Amsterdam. Estoy en una de las zonas de terraceo con más encanto de Bilbao, así que hago lo propio y me tomo un par de pinchos regados con un vermú artesano delicioso.    

Muelle de Marzana Bilbao

Catedral

Atravieso el Nervión por el Puente de la Ribera y encamino mis pasos hacia la catedral consagrada al patrón de la ciudad, Santiago Apóstol. Combina el estilo gótico, de finales del siglo XIV y principios del XV, con el neogótico de la reconstrucción de la fachada y la torre en el XIX. Está incluida en el itinerario que realizan los peregrinos del Camino de Santiago por el ramal de la costa. Custodian la entrada San Pedro y San Pablo a ambos lados del arco abocinado con decoración vegetal que da acceso al templo. Sobre el campanario de la torre, la aguja eleva la cruz hacia el cielo a unos casi setenta metros de altura. 

Catedral de Bilbao

Plaza Nueva

Continúo mi paseo callejeando entre edificios de colores con balcones y galerías de madera y hierro forjado. Llego a la Plaza Nueva, presidida por la sede de la Real Academia de la Lengua Vasca. Me adentro en los soportales y recorro el perímetro lleno de locales de restauración. Es otra zona de terraceo con encanto, de ambiente familiar, que merece la pena visitar en Bilbao y, si vienes en domingo, te encontrarás con un mercado lleno de curiosidades. 

Plaza Nueva Bilbao

Teatro Arriaga

El imponente edificio de arquitectura neobarroca, construido a finales del siglo XIX bajo la firma del arquitecto Joaquín de Rucoba, es un emblema de la cultura en la ciudad. A lo largo de su historia ha sufrido desde incendios hasta inundaciones, pero nada le ha quitado el esplendor que muestra hoy. Al otro lado del Nervión, la Estación de la Concordia, de estilo modernista, me recuerda que tengo un viaje pendiente a bordo del tren Transcantábrico que pasa por sus vías. Este sueño de lujo lo dejaré para cuando me toque la lotería. Me subo al coche, un lujo que sí que puedo permitirme, y conduzco rumbo a mi retiro en la naturaleza. He reservado el día de mañana para ver dos museos que quiero ver con calma. Por el camino encuentro un indicador de una ruta de senderismo y me paro para tomar nota. 

Teatro Arriaga Bilbao

De camino a Bilbao

Tras una noche tan reparadora como la primera, y habiendo disfrutado el delicioso desayuno de la casa, recojo mis cosas y me despido del anfitrión con un abrazo y la promesa de volver. Entro en el SUV para dirigirme hacia Bilbao. Ayer decidí hacer un par de kilómetros de la ruta que se cruzó en mi camino. Me sienta de maravilla empezar el día con este paseo. Vuelvo al coche y acaricio el salpicadero. Me ajusto el cinturón mientras pienso en la pena que me va a dar devolverlo esta tarde. Tomo nota mental de lo buena que ha sido la idea de alquilar un coche, para tenerlo en cuenta en futuros viajes. Arranco. Bilbao me espera. 

Museo Vasco

Me adentro de nuevo en el Casco Viejo porque me ha quedado pendiente la visita al Museo Vasco de Bilbao, pero me encuentro con que está cerrado temporalmente por remodelación. Una pena. Ya estuve aquí en otra ocasión y me gustaría volver a fotografiar su claustro. Este museo cuenta con más de veinticinco mil piezas en sus colecciones de Etnografía e Historia y, además de las exposiciones permanentes, siempre hay alguna exposición temporal interesante.

Museo Vasco Bilbao

Museo de Bellas Artes

Como en Bilbao hay tanto que ver y puedo moverme a mi antojo con el coche de alquiler, del museo que custodia tradiciones me voy al de Bellas Artes. Elijo el itinerario que me lleva por el Paseo de Campo de Volantín, en paralelo al Nervión, para ir empapándome de la ciudad mientras conduzco. El Museo de Bellas Artes, con obras que van desde el siglo XIII hasta la actualidad, conjuga el estilo neoclásico de la parte construida en los años 40 con la modernidad del edificio que se le adosó en los 70.  Me adentro en sus salas y me detengo a observar algunas tan importantes como una versión reducida de la Anunciación, de El Greco, o el Rapto de Europa, del artista flamenco Martin de Vos. El cuadro titulado Festín Burlesco me saca una sonrisa con sus curiosos personajes. Se atribuyó inicialmente a El Greco pero acabó por descubrirse que no era del célebre pintor, sino de Jan Mandijn, uno de sus seguidores. 

Museo de Bellas Artes de Bilbao

Volveré

Ha llegado el momento de la retirada. De camino al aeropuerto hago balance del viaje y todo me resulta positivo, excepto una cosa: ya tengo ganas de volver. Es una sensación que no puedo evitar cuando vengo a Bilbao. ¿Será por sus museos, por sus pinchos, por sus gentes…? ¿Una suma de todo? Sea por lo que sea, repetiré. Debo devolver el coche igual que me lo entregaron, así que mi última parada es para llenar el depósito de gasolina. Al llegar al aeropuerto me dirijo al punto indicado para la devolución. Todo está en orden. Me despido del coche de alquiler que tan buen servicio me prestó. El avión que me llevará de vuelta a casa me espera. Allá voy.