Pepe Solla en Poio
Pepe camina a paso rápido, saludando a derecha e izquierda, cuando percibe que un par de sombras lo esperan con una libreta y una cámara. «Pasad, pasad», dice, abriéndonos las puertas del restaurante.
Los monasterios suelen ser grandes edificios donde habitan monjes en clausura. Los monasterios cristianos son también llamados abadías o prioratos. Turisticamente son edificios interesantes para visitar por la historia que suelen atesorar y la grandiosidad de sus construcciones.
Pepe camina a paso rápido, saludando a derecha e izquierda, cuando percibe que un par de sombras lo esperan con una libreta y una cámara. «Pasad, pasad», dice, abriéndonos las puertas del restaurante.
Lisboa está de moda. Es la capital europea con mayor crecimiento turístico de los últimos años. Cada temporada acoge más visitantes e inaugura nuevos hoteles, muchos de ellos palacetes y viejas casonas remodeladas. Con todo, retiene ese aire nostálgico y decadente que hace de cada rincón, callejuela empedrada o taberna un lugar especial.
Escenario de obras literarias, como “Todo esto te daré”, de Dolores Redondo, ganadora del Premio Planeta 2016, o de la novela de Xavier Quiroga que lleva el mismo nombre, O Cabo do Mundo no solo figura en el mapa sin más, sino que es una de esas excepciones en las que la realidad supera la ficción.
Cierro los ojos y pienso en todo lo que nos espera hoy: paisaje, descanso, gastronomía, aventura, recogimiento, naturaleza, cultura. Parece imposible que un mismo lugar pueda reunirlo todo, pero es que estamos en la Ribeira Sacra, preparados para comprobar que los días perfectos existen.
Un pequeño municipio ourensano a orillas del río Arnoia nace, crece y desarrolla su vida en torno a su excepcional monasterio: un lugar de importante valor histórico y artístico, de gran belleza arquitectónica.
Entusiasmada por estar de vuelta en la Ribeira Sacra, respiro hondo para dejar que el aire puro me cale hasta los huesos y emprendo mi ruta de hoy. Lo primero que siento es la sensación de que mis pasos se amortiguan al pisar la tierra, tan diferente del asfalto.
Hoy voy a cambiar el pavimento por la tierra, el ladrillo por la piedra y la contaminación por el aire puro. Me he dejado el móvil en casa y voy, como en la novela de Susana Tamaro, «donde el corazón me lleve». Cuanto más conozco Galicia, más me angustia esa idea de Sócrates de lo que me falta por conocer.
¿No has oído hablar del águila que advirtió a Xelmirez de una traición? Pues déjame que te cuente…
Según cuenta la leyenda, el origen de San Clodio podría remontarse hasta el siglo VI, cuando unos monjes perseguidos por los arrianos huyeron del monasterio de San Clodio de León y decidieron establecerse en Galicia. Aquí levantaron una iglesia y una abadía con advocación a San Clodio en recuerdo de su procedencia castellana.
Hoy me he puesto las botas de montaña, incansables compañeras de tantos kilómetros, y las he sacado a pasear por la Ribeira Sacra.