Qué ver en Galicia
Galicia no se cansa de ser maravillosa. Y lo es los 365 días del año, ya sea cubierta de nubes o con esos cálidos rayos de sol que sacan los colores a lo mejor de su vegetación.
Te damos ideas sobre qué ver en Lugo y disfrutar de los encantos lucenses. Conoce su muralla romana, que es Patrimonio de la Humanidad, la Catedral, el puente romano, las tabernas de su casco histórico…
Galicia no se cansa de ser maravillosa. Y lo es los 365 días del año, ya sea cubierta de nubes o con esos cálidos rayos de sol que sacan los colores a lo mejor de su vegetación.
La fuerza de la naturaleza y el trabajo del hombre se dan la mano en la Ribeira Sacra. Ven a empaparte de verde y disfruta del arte como si estuvieras en un gigantesco museo al aire libre.
Las Pallozas de O Piornedo cumplían la doble función de vivienda y cuadra. Es decir, en una misma palloza cohabitaban el hombre y los animales.
Pues acompáñame a descubrir cinco espacios completamente diferentes en la provincia de Lugo, desde las lagunas de la Terra Chá a las devesas del Courel.
La Ribeira Sacra es mucho más que paisaje. Basta una visita al Ecomuseo de Arxeriz para darse cuenta. Hazle un hueco en tu próximo viaje. Está situado en el concello de O Saviñao y se ha bautizado como «ecomuseo» porque aúna etnografía, naturaleza e historia.
De vez en cuando, se me hace necesario dejar la ciudad y volver a espacios libres.
A veces, el mar y la tierra juegan a construir castillos en la arena, como niños en la playa. A veces la tierra y el mar se funden en un abrazo y se hacen puente. Aquí, sobre esta ría de Ribadeo que se disfraza de marisma, el puente es camino y esfuerzo, es horizonte de aguas bravas y vegas fértiles. Aquí, en Ribadeo, nace el camino del norte.
Hay quien dice que el camino, el camino de verdad, es el que se hace en solitario. El que llena las horas con el runrún de los pensamientos. El que te permite vestir los días con la contemplación de un monumento, un paisaje. Sin prisas. Sin más urgencias que las que impone la naturaleza: comer, dormir, descansar. En soledad.
Das un paso más. Solo uno más, pero no es uno cualquiera. El último de la intensa subida desde Villafranca del Bierzo, con la respiración agitada y los músculos de las piernas quejándose por el esfuerzo; el primero del camino francés en tierras gallegas. Un paso y te embarga esa poderosa sensación: aquí estás, en este nido de águilas de O Cebreiro, a 1.300 m de altitud.
En Galicia. Por fin.