Qué ver en Bilbao: 10 paradas de camino al Guggenheim
Mi idea era tirar directo para el Guggenheim, pero resultó que Bilbao tenía otros planes…
Mi idea era tirar directo para el Guggenheim, pero resultó que Bilbao tenía otros planes…
Sus puertas están abiertas para el turista, el peregrino, el historiador y el feligrés. Rebosa vida y disfrute y nunca se agota.
Durante mi vista a Praga descubrí que los checos adoran la cerveza, pero no es ese el único líquido que les vuelve locos. Basta con acercarse hasta la histórica ciudad balneario de Karlovy Vary para comprobar que todo gira también alrededor del agua.
Pasearemos por tantas épocas que corréis el riesgo de perderos en el tiempo. Así que, ojos abiertos, oídos destaponados, nariz sin mocos, manos sin teléfonos y boca fresca. ¡A disfrutar!
Funchal mucho más de lo que esperaba. Por historia y por singularidad, por sus sabores y por su carnaval, la capital de Madeira bien merece posponer un par de días las rutas de senderismo que me han traído hasta aquí.
Tú que has caminado al son de la música que cantan las calles de Praga, que te has maravillado ante el talento y la vitalidad de sus gentes. Puede que a estas alturas pienses que has llegado a conocer a fondo la antigua capital de Bohemia y que dominas la inacabada sinfonía que resuena en sus piedras. Pero debes saber que te equivocas. No podrás decir que conoces esta ciudad hasta que cruces a la otra orilla del río Moldava, hasta que asciendas la colina de Malá Strana en busca del eterno castillo de Praga.
A veces, el mar y la tierra juegan a construir castillos en la arena, como niños en la playa. A veces la tierra y el mar se funden en un abrazo y se hacen puente. Aquí, sobre esta ría de Ribadeo que se disfraza de marisma, el puente es camino y esfuerzo, es horizonte de aguas bravas y vegas fértiles. Aquí, en Ribadeo, nace el camino del norte.
Todas las ciudades tienen su propia melodía, pero en pocas resulta tan sencillo escucharla como en Praga. Aquí las piedras resuenan con una vibrante e inacabada sinfonía en la que la historia de sus edificios se entrelaza con el bullicio de sus gentes creando una armonía irrepetible.
Ahí la tienes, soberbia y humilde a un tiempo, acogedora y vigilante, en lo alto del monte del Castro.
¿Todavía no conoces la historia olvidada de este apacible lugar? Pues déjame que te cuente…
Desde que concluí mis doce pruebas en el 1246 a.n.e., ni mi deificación ha conseguido que me hiciera sentir como en aquella travesía… La eternidad en el Inframundo es insoportable, ni siquiera yo, Hércules, puedo con ella. Así que decidí sortear a Caronte y Hades y volver a andar los mismos pasos que recorrí ya hace más de 3000 años…