Qué ver en Sos del Rey Católico
Hacer turismo por la villa Sos del Rey Católico nos invita a descubrir sus rincones, así como la historia de un pueblo fronterizo que libró muchas batallas
Hablamos de los lugares más especiales para visitar en Aragón, coronado por los Pirineos puedes distrutar de la gran naturaleza que lo rodea como el valle de Ordesa.
Hacer turismo por la villa Sos del Rey Católico nos invita a descubrir sus rincones, así como la historia de un pueblo fronterizo que libró muchas batallas
Una profunda hendidura entre montañas, un camino oculto que dio refugio a un santo eremita, una ruta de piedra y agua en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido
La ruta de las pasarelas del río Vero es una gran opción si te encuentras en Huesca. Se trata una caminata circular, sencilla, de unos cuatro kilómetros extensibles, en la sierra de Guara.
El monasterio se encuentra en Huesca, no lejos de Jaca y del pueblo de Santa Cruz de la Serós, lugares por donde aún pasa el Camino de Santiago hoy en día.
La villa de Alquézar, en Huesca, es el lugar perfecto para pasar un día. Naturaleza e historia se conjugan en menos de veinticuatro horas.
Si vas a viajar al castillo de Loarre, no debes perderte el parque natural de la Sierra, el pueblo de Bolea y las montañas de los Mallos, entre otros
¿Piensas hacer una escapada o pasar unos días en la ciudad del Ebro? ¿Buscas algunas pistas sobre lo que no debes perderte? Pues vente conmigo a recorrer un enclave de veintiocho siglos de antigüedad.
La ruta «La Cola de Caballo» me salvó, literalmente. Días antes, mi médico de cabecera me había diagnosticado estrés. ¿Y si me escapaba el fin de semana y realizaba ese viaje que tenía en mente desde hacía dos décadas?
Recapitulemos. Son las ocho y media de la mañana. Hace frío. Estoy sentado en una cosa llamada telesilla que hasta hace dos días solo había visto en películas. Mis pies cuelgan sobre una pronunciada pendiente a la que en breve tendré que enfrentarme. Y mientras asciendo las montañas de Formigal se transforman ante mis ojos: dejan de componer la bella estampa invernal que me sorprendió a mi llegada para ofrecerme su faceta más imponente, rocosa e inhóspita. Las cumbres del Pirineo aragonés me devuelven desafiantes la mirada, consiguiendo que me cuestione seriamente mi capacidad para tomar decisiones, concretamente aquellas que me han llevado hasta este momento.
Nieve. Nieve por todas partes. Una eternidad blanca, deslumbrante bajo el sol, como si el universo entero estuviera recién parido. Las crestas de las montañas le hacen cosquillas al vientre de las nubes: aquí el pico Cibollés, allá el Gallinero, el Cogulla y el Rincón del Cielo, el Pasolobino y Cerler…