Qué ver en Alquézar. Hay días muy bien aprovechados. Esa es la sensación con la que te quedas cuando visitas lugares como la villa de Alquézar, en la comarca de Somontano, en Huesca. Un destino perfecto para pasar una jornada, tanto para amantes de la naturaleza como de la historia.
Andrea Barreira Freije
Fotografía: Pío García
Viajar a Alquézar es transportarse en el tiempo. Su origen es árabe. No hay prueba más evidente que su nombre, que deriva de «Al-Qasr Banu Jasaf», el castillo de los descendientes de Jasaf.
Pero antes de hablarte de este lugar de piedra, almendros, agua y supersticiones, déjame que te lleve a él.
Cómo llegar a Alquézar
Alquézar se encuentra a 48 km de Huesca, bajo el amparo de los Pirineos, en la sierra de Guara, y pertenece a la comarca de Somanto. Se erigue sobre el río Vero, al que puedes descender a través de unas pasarelas.
Pon a punto tu gps o tu mapa de carreteras y déjate llevar por las expectativas, porque serán cumplidas. Ten cuidado, porque si has despertado un día en el que la niebla aún no se ha levantado, puedes creer que esa piedra que se deshace entre la bruma es fruto de un espejismo.
Pero para que descubras que no es producto de tu imaginación te animo a que te detengas en uno de estos dos miradores: el de Sonrisa al Viento o el de O Bicón. Entonces descubrirás Alquézar en todo su esplendor.
Qué ver en Alquézar. El mirador Sonrisa al Viento da acceso a la ciudad si vienes de Huesca. Allí te encontrarás con una escultura (realizada por Gabriel) que muestra este gesto. Es la expresión que se te quedará cuando fotografíes el conjunto histórico a través de sus labios. Pero no te quedes detrás da la cámara. Detente un instante y observa. Pon todo el sentido de la vista antes de llevar a tus pies hacia otra época.
Pero quizás hayas bajado de las sierras prepirinaicas. Entonces tendrás una perspectiva distinta, la del mirador de O Bicón, que te presenta el final de los cañones que atraviesa el río Vero.
Supongo que tras estas vistas se habrá abierto tu apetito curioso. Así que te animo a que te pongas en marcha.
Qué ver en Alquézar. Las calles: portalón, balconadas y callizos
No sé si te has fijado cuando contemplabas esa postal en directo: Alquézar tiene forma de media luna. Dicen que la colocación de las casas se debe a su origen árabe, aunque quizá pueda deberse también a su emplazamiento natural.
Qué ver en Alquézar. En Alquézar queda en pie una de las cuatro puertas que en tiempos tuvo: un portalón gótico que a su vez parece que son dos entradas, una con un arco apuntado y un escudo que muestra sus tres torres, otra con un arco de medio punto y un escudo con las barras de Aragón, un león y una concha.
Atraviésala sin miedo. Camina despacio. Observa. Detente todas las veces que consideres necesarias. Tienes tiempo, el lugar es pequeño pero tiene cientos de pequeños detalles que te pueden atrapar. Fíjate en los blasones, en los aleros, balconadas, soportales… La mayoría están datados entre los siglos XV y XVIII. Parecen suspendidos en el tiempo.
Qué ver en Alquézar. Toca la rugosidad de las fachadas, es casi como rozar la roca de la montaña sobre la que se yergue. Deja que tus pies sigan cada piedra que asfalta las callejuelas. O quizás prefieras visitar Alquézar desde la seguridad de los tejados. Sin embargo para eso tendrías que viajar a otra época.
Para que te hagas una idea, puedo contarte que se dice que las casas están construidas de tal modo que sus tejados puedan convertirse en una vía de escape en los asedios. Igual que los callizos, habitaciones voladas que unían calles y ampliaban el tamaño de las casas. También se utilizaban para guardar las escaleras que se usaban en las oliveras. ¿Has descubierto ya el que se acabó convirtiendo en un tobogán? Ten cuidado, su suelo está tan pulido que podrías deslizarte sobre él…
Qué ver en Alquézar. Brujas y patas de jabalí
¿Has observado bien las fachadas? ¿Te has detenido en sus relieves, escudos? ¿Has encontrado las patas de ciervo? Se dicen que se colocaban en las casas para atraer la fertilidad.
¿Y las patas de jabalí? Los habitantes de Alquézar eran supersticiosos y uno de sus mayores miedos eran las brujas. Como defensa ante sus maldiciones colocaban en sus casas patas de jabalí. Quería espantarlas, querían detenerlas pues creían que eran responsables de las tormentas de rayos y granizo que azotaban esas tierras. Piedras de hielo, cuyo corazón era un cabello, que destruían los cultivos. Pero no solo la representación animal era su defensa.
Las torres y murallas
Qué ver en Alquézar. Levanta la mirada. Ya la has visto antes, de lejos. Esa muralla protectora que tiene tres torres. Una de ellas era conocida como el Esconjuradero. Abierta a los cuatro puntos cardinales, los salmos allí recitados servían de defensa ante la climatología adversa.
Recuerda que la muralla protegía el castillo que con el tiempo se transformó… Sigue su recorrido y encontrarás otra torre que se convirtió en el campanario de la colegiata de Santa María la Mayor.
La colegiata de Santa María la Mayor
Al borde de un precipicio se alza la colegiata-castillo Santa María la Mayor. Para llegar a ella tendrás que subir una cuesta zigzagueante, prueba de ese pasado como castillo.
También descubrirás los elementos árabes que todavía se conservan. El primero lo encontrarás nada más entrar, pues se accede al interior de la colegiata por un claustro trapezoidal. Hay quien dice que esto es prueba de las complejas matemáticas usadas por los árabes… Detente en el claustro. Da dos vueltas, tres si es necesario porque cuenta una historia.
Puedes comenzar por los frescos que envuelven el claustro románico. Así, paseando conocerás la vida de Jesús: su infancia, la Pasión, la Crucifixión… Hay pinturas que conservan la fuerza de sus colores, otras parecen haber sido absorbidas por las paredes, aunque no pierden su interés.
Ahora cambia tu mirada y detente, uno a uno, en los capiteles. Observa las tallas de los dos Testamentos: Adán y Eva junto al Árbol del Bien y del Mal o la Asunción de la Virgen se mezclan con cabezas humanas y animales.
Aunque puedes escoger tu escena favorita, suele resaltarse la que representa el momento en el que Dios crea a Adán. Este descansa sobre su creador, que le da vida a través del oído. Un creador con tres cabezas para representar su triple realidad. No deja de sorprender ese gesto hacia el sentido del oído. Quién sabe, quizás por ello el ser humano introdujo en iglesias y catedrales grandes órganos. Santa María la Mayor no es una excepción. Tiene que ser impresionante escuchar como resuena su eco entre sus paredes, entre las montañas y sus cañones.
Pero continúa la visita. ¿Has encontrado los azulejos árabes? ¿Te has fijado en los arabescos que atraviesan el techo del castillo-colegiata? El edificio ha sabido integrar épocas y culturas. De hecho, otro aspecto que llama la atención es el Cristo de Lecina. Se trata de un Jesucristo crucificado con cuatro clavos: uno en cada mano, uno en cada pie.
Sin embargo, la colegiata de Santa María la Mayor no es el único templo de Alquézar.
Iglesia parroquial San Miguel Arcángel
Qué ver en Alquézar. A una pequeña distancia, la colegiata es observada por la iglesia San Miguel Arcángel. Un edificio sobrio, sereno, firme que fue testigo en primera persona de la Guerra Civil, ya que la mayoría de sus retablos y objetos religiosos fueron destruidos en esa época.
Qué comer en Alquézar
Estoy convencido de que antes de ponerte a caminar en plena naturaleza se te ha abierto el apetito. Estupendo, pues la iglesia de San Miguel Arcángel está cerca de una zona en la que podrás disfrutar de una comida suculenta.
La carta es amplia, en Alquézar se come muy bien. Habrás visto que cordero y jabalí están presentes en las fachadas, por lo que también lo estarán en la cocina junto a otras carnes de caza, como el ciervo, o de casa, como el cerdo. Y no te olvides de que te encuentras en zona de vinos, por lo que puedes aprovechar para acompañar la comida con un Somontano.
¡Venga! Ya sé que tras los postres apetece descansar, pero ahora no remolonees y vamos a caminar. Toca descubrir la cara natural de Alquézar.
Qué ver en Alquézar. Ruta por las pasarelas del río Vero
Si te apasionan la ornitología, los ríos y los barrancos que lo encierran, Alquézar será un lugar idílico. Aquí podrás caminar sobre las pasarelas que bordean las aguas del Vero, sumergiéndote en el corazón del acantilado.
Qué ver en Alquézar. Con la cabeza cubierta por cascos, no dejes que el vértigo te amilane. Son cuatro kilómetros que pueden hacer los niños. Paso a paso, desciende el barranco de la Fuente bajo la mirada de la colegiata. Presta atención a lo que hay sobre tu cabeza y bajo tus pies. Así no te perderás las cuevas y tampoco el río, ni el remanso de verde que lo acompaña.
Pero no solo encontrarás aguas cristalinas también podrás descubrir túneles, cascadas…
Mientras, una reflexión: visitar Alquézar merece la pena, la alegría y, al menos, un día en tu vida.
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