Qué ver en Galicia
Galicia no se cansa de ser maravillosa. Y lo es los 365 días del año, ya sea cubierta de nubes o con esos cálidos rayos de sol que sacan los colores a lo mejor de su vegetación.
Galicia no se cansa de ser maravillosa. Y lo es los 365 días del año, ya sea cubierta de nubes o con esos cálidos rayos de sol que sacan los colores a lo mejor de su vegetación.
El Miño. Mucho más que un río, incrustado en el imaginario colectivo de los gallegos. El padre Miño, símbolo de la verde Galicia, cuna de leyendas, fecundador de pastos, huertas y viñedos, fuente de vida y frontera entre países hermanos.
Dicen que el paisaje es la clave que nos permite descifrar el yo más íntimo y verdadero de las gentes, su manera de entender el mundo.
La fuerza de la naturaleza y el trabajo del hombre se dan la mano en la Ribeira Sacra. Ven a empaparte de verde y disfruta del arte como si estuvieras en un gigantesco museo al aire libre.
Dudas, cómo no. ¿Por dónde entrar en Galicia desde Portugal? ¿Por la costa, por el soberbio estuario del río Miño, el padre reconocido de todos los gallegos, allá en A Guarda, a la sombra imponente del castro de Trega? ¿Por Tui, la catedral fortaleza, la ciudad episcopal que resistió a los normandos y se hizo irmandiña?
Hay quien dice que el camino, el camino de verdad, es el que se hace en solitario. El que llena las horas con el runrún de los pensamientos. El que te permite vestir los días con la contemplación de un monumento, un paisaje. Sin prisas. Sin más urgencias que las que impone la naturaleza: comer, dormir, descansar. En soledad.
A veces recorremos mil kilómetros para buscar lo que tenemos al lado de casa. Una y otra vez, buscamos la excelencia en el otro extremo del mundo sin sospechar que, en realidad, está muy cerca.
Las comarcas del Condado y Paradanta, al sur de la provincia de Pontevedra, componen ese territorio donde todo está a mano sin recorrer grandes distancias. Gastronomía, senderismo, cultura, historia, deporte, ocio: un mundo entero para disfrutar desde el desayuno hasta que el cuerpo aguante.
Una de las mejores formas de apreciar la enorme belleza de la desembocadura del Miño, cercana a la localidad de A Guarda, al sur de la provincia de Pontevedra, es recorrer la zona a pie y con toda la calma del mundo. Solo así, sintiendo cada metro caminado, llegaremos a formarnos una idea de lo afortunados que somos al contar con lugares como este.
«Mi abuelo», pensó mientras apoyaba las manos sobre los hombros de su hijo. Desde ahí arriba, el río Miño parecía una culebra plateada que se abría paso para alcanzar su último destino, fundirse en eterna libertad con el mar.