Qué ver en Burgos: un paseo en 9 paradas
Sus puertas están abiertas para el turista, el peregrino, el historiador y el feligrés. Rebosa vida y disfrute y nunca se agota.
Sumérgete en nuestras recomendaciones y descubre qué ver en Castilla y León. Esta región, con sus fortalezas medievales y vastos campos de vid, te espera. Si estás planeando un viaje a Castilla y León, revisa nuestras guías de turismo. Te llevarán a los rincones más impresionantes y encantadores que Castilla y León tiene para ofrecerte.
Sus puertas están abiertas para el turista, el peregrino, el historiador y el feligrés. Rebosa vida y disfrute y nunca se agota.
Visitar el Museo Etnográfico de Zamora es hablar con nosotros mismos, interrogarnos y buscar en nuestro interior.
El sendero transita entre el valle de Valdeón, en la provincia de León, y la localidad asturiana de Poncebos.
En pocos lugares del mundo el visitante puede tener la sensación de estar caminando a través de la historia como en la basílica de San Isidoro de León. Pero no solo una historia, sino muchas, unas edificadas encima de otras.
Zamora es una población hermosa y sosegada, de calles de piedra y edificios señoriales, un espléndido escenario de iglesias, palacios y edificios modernistas. Pasear por su zona antigua es respirar el aroma de una historia milenaria asumida con la naturalidad de la larga experiencia.
Son las nueve de la mañana de un sábado perdido en un mes de abril. Un leve y armonioso canto de estornino me despierta mientras un rayo de sol se atreve a asomarse entre las verdes cortinas de mi cuarto. Abro las contras de la ventana y me asomo para saludar a la pareja de cigüeñas que juegan enamoradas sobre la torre de la iglesia. Respirar el aroma del pueblo te renueva el alma. Es una de las mejores formas de comenzar este día. De separarnos de la vida automatizada de la ciudad, de detener siquiera por un momento el engranaje que nos hace vivir ajetreados. Y, con el mundo en pausa, respirar.
Cuando el dedo de mi hijo se posó sobre Ciudad Rodrigo, pensé que ese nombre solo se podía deber a un pasado templario. Ya me imaginaba hurgando en algún museo, pero mientras mi mujer nos iba leyendo una breve reseña de Internet, mi entusiasmo fue esfumándose. Nada de caballeros templarios. Incluso jugué con la idea de encontrar un modo de anular la elección de mi hijo, pero las reglas eran las reglas.
Sobre los vastos campos castellanos, al este de Valladolid, se yergue una pequeña loma a cuyos pies se sitúa una villa histórica que ha visto pasar a poderosos reyes y valientes caballeros: Peñafiel.
A finales del siglo XIX, un joven arquitecto barcelonés se desplazó hasta la entonces pequeña ciudad de León con el objetivo de cumplir un encargo: construir una casa de vecinos en cuya planta principal situar un negocio.
Para cuando llegué a León ya era de noche y decidí ir directamente a dormir al hotel. A la mañana siguiente, un pequeño hormigueo en mi oreja izquierda y los rayos de sol que entrecruzaban las cortinas me despertaron. Me senté en la cama, aún con las legañas entrecerrándome los ojos, y mientras miraba fijamente los zapatos que había dejado en el suelo de cualquier forma la noche anterior, escuché una voz armoniosa que me decía: «Querida, levántate, tenemos mucho por hacer, ¡es tarde ya!».