Pasarelas del río Vero
La ruta de las pasarelas del río Vero es una gran opción si te encuentras en Huesca. Se trata una caminata circular, sencilla, de unos cuatro kilómetros extensibles, en la sierra de Guara.
La ruta de las pasarelas del río Vero es una gran opción si te encuentras en Huesca. Se trata una caminata circular, sencilla, de unos cuatro kilómetros extensibles, en la sierra de Guara.
La villa de Alquézar, en Huesca, es el lugar perfecto para pasar un día. Naturaleza e historia se conjugan en menos de veinticuatro horas.
Tú que has caminado al son de la música que cantan las calles de Praga, que te has maravillado ante el talento y la vitalidad de sus gentes. Puede que a estas alturas pienses que has llegado a conocer a fondo la antigua capital de Bohemia y que dominas la inacabada sinfonía que resuena en sus piedras. Pero debes saber que te equivocas. No podrás decir que conoces esta ciudad hasta que cruces a la otra orilla del río Moldava, hasta que asciendas la colina de Malá Strana en busca del eterno castillo de Praga.
Caminos, dicen, hay tantos como caminantes. Tantos como motivos nos impulsan, tantos como sueños. Ferrol es norteña y marinera, simbiosis de mares bravos y tierras verdes. Por eso, en esta tierra que se viste de mar saben mucho de sueños.
Por eso, quizá, Ferrol es el inicio de tu camino.
El Puente de San Xoán de Mourentán es un destino lleno de historia, arte y paisajes naturales que te sorprenderá al visitar.
A veces, el mar y la tierra juegan a construir castillos en la arena, como niños en la playa. A veces la tierra y el mar se funden en un abrazo y se hacen puente. Aquí, sobre esta ría de Ribadeo que se disfraza de marisma, el puente es camino y esfuerzo, es horizonte de aguas bravas y vegas fértiles. Aquí, en Ribadeo, nace el camino del norte.
La ruta «La Cola de Caballo» me salvó, literalmente. Días antes, mi médico de cabecera me había diagnosticado estrés. ¿Y si me escapaba el fin de semana y realizaba ese viaje que tenía en mente desde hacía dos décadas?
Hubo un tiempo en que no había más allá. Un tiempo en que los mares eran terra incognita, morada de dragones y bichas de mágicos poderes, y los océanos se vertían en el vacío por inmensas cascadas atronadoras.
Todas las ciudades tienen su propia melodía, pero en pocas resulta tan sencillo escucharla como en Praga. Aquí las piedras resuenan con una vibrante e inacabada sinfonía en la que la historia de sus edificios se entrelaza con el bullicio de sus gentes creando una armonía irrepetible.
Hay caminos que hunden sus raíces en las brumas del tiempo. Senderos trazados por millones de pies, grabados en la tierra con esfuerzos y sudores milenarios. Hay caminos que siempre han estado ahí, como este que hoy vas a iniciar: la antigua Vía de la Plata, la Bal’latta musulmana, la vía empedrada que ya en tiempo de los romanos comunicaba Mérida con Astorga.