El pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela, está considerado como la obra cumbre de la escultura románica. En él, por primera vez, se deja atrás el hieratismo de las figuras románicas y se inicia el camino de la animación, de la vida. En palabras del escritor Manuel Rivas, «nunca antes la piedra había sonreído así».
Teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de los peregrinos no sabía leer, no se debe entender el pórtico de la Gloria como mera ornamentación, sino como un libro abierto que nos relata la historia de la redención a través de símbolos y personajes bíblicos que van desde los profetas a los evangelistas para llegar hasta el juicio final.
Amara Castro Cid
Fotografía: Pío García
El pórtico de la Gloria está ubicado tras la fachada occidental de la catedral. Se compone de tres arcos abocinados. En el izquierdo está representado el limbo de los justos; en el derecho, el juicio final; y en el central, la segunda venida del Salvador.
Como reza la inscripción del dintel, la obra fue dirigida desde los cimientos por el maestro Mateo, considerado como un artista de vanguardia para su época. A lo largo de veinte años de trabajo, desde 1168 hasta 1188, el maestro conjugó con genialidad la arquitectura, la escultura y la pintura para que el peregrino medieval, que desconocía lo que se iba a encontrar a su llegada a Santiago, quedase inmerso en un espectáculo radiante.
Desde el parteluz central recibe a los fieles el propio apóstol Santiago, que invita a los recién llegados a entrar en su casa. Sentado en un trono episcopal y sujetando el báculo de los arzobispos compostelanos, porta una filacteria en la que se puede leer el mensaje «Me envió el Señor», que hace alusión a su misión evangelizadora en la península.
En el centro del tímpano, la imagen de Cristo triunfante al final de los tiempos muestra sus llagas al peregrino con expresión serena, en señal de que la fe siempre vence al dolor y a la muerte. El pórtico de la Gloria está flanqueado por los cuatro evangelistas, todos con un pergamino y apoyados en el símbolo de su evangelio. A ambos lados del tímpano, ocho ángeles representan la pasión y, sobre ellos, multitud de personajes de menor tamaño encarnan las doce tribus de Israel y las almas de los bienaventurados.
Los veinticuatro ancianos del Apocalipsis, dispuestos a lo largo de la primera arquivolta, conversan y templan sus instrumentos preparándose para el concierto celestial. Hasta la propia Rosalía de Castro, en Follas novas, se preguntaba si los músicos del pórtico de la Gloria estarían vivos, admirándose por la expresividad de sus ojos y la naturalidad de sus semblantes. Los instrumentos que portan constituyen, además, un valioso catálogo para el estudio de la música medieval.
También encontramos otras figuras dialogantes entre los apóstoles, entre ellas una segunda imagen de Santiago que gira la cabeza para entablar una conversación con su hermano Juan. De entre los profetas, el que más llama la atención del visitante es el profeta Daniel, pues se muestra jovial y sonriente, celebrando el triunfo de la fe, en contraste con la expresión atormentada de Isaías.
El más mínimo detalle del pórtico de la Gloria tiene su razón de ser. Cada una de las figuras e incluso los objetos que portan son símbolos de los que el maestro Mateo se sirvió para acoger al peregrino, contándole la historia de la redención desde el principio al final de los tiempos. Así, por ejemplo, una vasija no es un simple atavío decorativo, sino que representa el lavado de manos de Poncio Pilato al encontrarse enmarcada en las escenas de la pasión, que nos relatan los ángeles portando la cruz, la corona de espinas, o los cuatro clavos.
Por último, para apreciar en profundidad el impacto que buscaba el maestro Mateo, no debemos olvidar que el policromado original estaba elaborado con colores vivos que se lograban gracias a materiales ricos como el oro o el lapislázuli, lo que debía generar una atmósfera de sobrecogedora belleza.
Gracias al mecenazgo de la Fundación Barrié y a sus esfuerzos por educar para la preservación del patrimonio, el pórtico de la Gloria se ha convertido en elemento prioritario de restauración dentro del «Programa Catedral», gracias al cual se libra una dura batalla contra las humedades, el polvo, y otros enemigos de la piedra. En noviembre de 2018 la antesala de la catedral, el pórtico vivo del maestro Mateo, ha recuperado parte de su esplendor original.
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