Playa fluvial de Arbo: Un paraíso oculto en el Miño
Cuando se habla de turismo en Galicia, la Playa Fluvial de Arbo esta joya oculta ofrece una experiencia de viaje única, que contrasta con las típicas playas.
Durante siglos las rutas comerciales conectaron las costas de Pontevedra con los valles verdes del sureste de la provincia. Lejos de los centros turísticos del Atlántico, las comarcas de O Condado y A Paradanta guardan sus propios secretos, rodeadas de misterio y surcadas por decenas de ríos.
La comarca de O Condado es una tierra de absoluta belleza con los viñedos como insignia. Buena muestra de ello es la Ruta del Vino Rías Baixas, que nos invita a conocer esta parte de la geografía gallega que discurre al margen derecho del río Miño y nos conduce a través de los ayuntamientos de Salceda de Caselas, As Neves, Arbo y Salvaterra. Terrenos de espléndido valor paisajístico y un variado legado patrimonial. Historia, cultura y tradición son el gran atractivo de la zona en la que se conservan pazos reconvertidos en bodegas, fortalezas, ríos adornados por las pesqueiras, puentes medievales, rutas de senderismo, playas fluviales o molinos de agua todavía en funcionamiento. Una delicia para el viajero, que se enamorará de su gastronomía, en la que juegan un papel crucial la lamprea y el requesón con miel.
Quienes decidan pasar unos días en este enclave único de Pontevedra podrán además conocer la fortaleza de Sobroso. Este domina el amplio valle desde lo alto del monte Landín; el castro Troña; el pequeño pueblo de Mondariz o la rectoral barroca de Baciademera. Comprobarán que la comarca del Condado del Tea no solo seduce a través de la copa, con sus deliciosos vinos, sino que conquista a todos por sus posibilidades turísticas no solamente entorno a la viticultura, de gran relevancia. Es un territorio de infinitas posibilidades.
Los amantes de la montaña encuentran un tesoro en la comarca de A Paradanta, que engloba los municipios de O Covelo, A Cañiza, Arbo e Crecente. Las rutas de senderismo recorren los regatos y riachuelos de la zona, rodeándose de verde; un espacio ideal para la contemplación a solo unos pasos de la frontera con Portugal. Un espacio en armonía con el entorno, donde los pescadores y los curiosos se envuelven en el ambiente.
Sin duda los montes son el lugar ideal para los amantes de la naturaleza. Sin embargo, más allá de los altos, la comarca transcurre tranquila entre ríos como el Tea o el Miño. Molinos de aguas como el de Maceira muestran la historia de la zona y sus costumbres. El Favum en Covelo es también otra parada para los interesados en la artesanía. El espacio rehabilitado permite observar la maquinaria necesaria para la elaboración de velas y exvotos de cera, un trabajo manual con gran calado en la zona. A Paradanta se conserva así, entre puentes con nombre propio, calas fluviales y espacios en los que descubrir una Galicia más pegada a la tierra.
Cuando se habla de turismo en Galicia, la Playa Fluvial de Arbo esta joya oculta ofrece una experiencia de viaje única, que contrasta con las típicas playas.
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La iglesia parroquial de Santa María de Arbo es un templo barroco del siglo XVIII que se encuentra en un alto desde el que se puede disfrutar de las vistas de gran parte del municipio. En el siglo XX se reacondicionó y esa reforma explica por ejemplo sus sillares lustrosos. Presenta planta de cruz latina, muy posiblemente de la iglesia anterior, que era de estilo románico. Un arco de medio punto como puerta de la fachada, coronada por una hornacina con la imagen de la Virgen bajo una vieira. Un gran torreón coronado con cupulín tiene marcada presencia en la parte central. Si alzamos la mirada podremos observar el campanario rodeado de una balaustrada; y por detrás del templo encontramos el tradicional “torreiro” de fiestas con un palco musical.
En Arbo se encuentra la Ermita de Santa Isabel, de la que es muy famoso el peto de ánimas barroco que podemos contemplar en los muros que forman el atrio de la capilla. Se trata de la imagen de Cristo crucificado flanqueado por las figuras de San Antón y la Virgen sosteniendo a un Niño Jesús cada uno. Debajo de ellos están las ánimas en el purgatorio.
En la inclinada vertiente de los montes de Crecente, que forman el valle del río Miño, a 340 metros sobre el nivel del mar está el conocido como O Cruceiro Quebrado, una zona de área recreativa con mesas y fuente, además de un cruceiro y una pequeña capilla. Otro cruceiro se erige sobre una roca.
Tardó varios años en construirse, ya que se iniciaron las obras en la década de los 60 y se finalizaron en 1970. Abarca una extensión de 466 Ha y divide los ayuntamientos de Padrenda en Ourense y Crecente en Pontevedra. Trescientos metros más abajo de la presa, el río Miño separa también Galicia de Portugal, con una capacidad de de 44 hm3 y una altura de 33 m. El embalse aprovecha las aguas del río Miño y la gran aportación del río Avia, que vierte las aguas al Miño unos kilómetros antes.
Este nombre es reciente, ya que se conocía como La vieja Casa do Conde de Salvaterra, ahora restaurada. Es interesante saber que la rehabilitación del edificio corrió a cargo del arquitecto Martín Curty. En ella se facilita información sobre la zona y los procesos de producción del vino. Los viñedos dan trabajo a cientos de viticultores en el municipio. Todo el sector vitivinícola queda reflejado en el edificio recuperado.
Se trata de uno de los monumentos clave de Arbo. Consta de tres cruces, una de ellas con un brazo inclinado señalando a la cruz principal. Hay quien apunta, por el estado de las piezas, que ninguna es original. Aunque sí lo sería el pedestal con rasgos de estilo barroco que las sostiene. Dispone de un peto de metal en la base y un alto crucero con la imagen de la que parece ser la Virgen de los Dolores.
En las fiestas en honor a la Virxe do Libramento, en el ayuntamiento de Arbo, la virgen homenajeada sale en procesión acompañada por una serie de danzantes que interpretan originales piezas ataviados con ropajes blancos y acompañados por gaitas, tambores y tamboril.