El Entroido de Cobres es una celebración profundamente arraigada en la cultura y las tradiciones de Galicia, España. Con sus orígenes envueltos en la historia y la tradición, este evento anual se destaca por su colorido, sus rituales únicos y la participación entusiasta de la comunidad local. Al adentrarnos en el corazón de esta fiesta, descubrimos una amalgama de música, danza, disfraces y gastronomía que encapsula el espíritu vibrante del Entroido de Cobres, una experiencia que trasciende el tiempo y continúa fascinando tanto a residentes como a visitantes.
Descubriendo Vilaboa: Entre historia, naturaleza y tradición
Siguiendo la antigua N-550, y descendiendo hacia el sur de Pontevedra a Vigo, el conductor atraviesa la parroquia de Figueirido, una de las cinco que forman el municipio de Vilaboa en su extremo oriental. El terreno es accidentado y, aunque bastante afectado por el impacto de la autopista AP-9 que corre paralela a la N-554 y atraviesa el municipio, conserva un encanto paisajístico cautivador, visible desde el mirador de Cotorredondo, o desde la antigua carretera costera al asomarse directamente a la ría de Vigo.
Con una costa irregular, cubierta por múltiples huertos de policultivos favorecidos por las temperaturas moderadas, Vilaboa mira hacia el mar en todos los aspectos, incluyendo el económico, ya que la industria local está fuertemente vinculada a la manufactura de pescados y mariscos, siendo hoy en día la agricultura una actividad complementaria para el autoconsumo.
La historia de Vilaboa está marcada por acontecimientos navales, entre los que destaca la batalla de Rande, presente en la memoria colectiva como una leyenda, aunque esté bien documentada. En ella, por falta de previsión, los españoles perdieron el fabuloso tesoro que hoy reposa en los fondos arenosos de la ensenada, despertando de vez en cuando la codicia de los buscadores de fortuna.
Como ocurre en toda la costa de las Rías Baixas, el municipio tiene una población que, aunque no es numerosa (cerca de seis mil habitantes), se encuentra altamente dispersa, sumando 61 entidades de población entre las cinco parroquias, y disfruta de una notable vida cultural, como demuestra el número de asociaciones dedicadas a este fin, quince, principalmente vinculadas a lugares o parroquias.
A pesar de esa dispersión, la distribución de la población dibuja dos polos claros: uno, con la parroquia de Vilaboa como núcleo principal, donde se encuentra el ayuntamiento, y otro, en el entorno del Val de Cobres, que incluye las comunidades parroquiales de Santa Cristina y Santo Adrián, separadas por el río Maior.
Entroido de Cobres: Corazón cultural y comunitario en el Val de Cobres
Situado en la cara norte de la ensenada de San Simón, el área de Cobres destaca por su singularidad cultural y social, indudablemente favorecida por su ubicación en la mitad occidental del municipio. Como bien lo señalaba un vecino de otra parroquia, «los de Cobres son más unidos». Esta unión se refleja en la disponibilidad de servicios propios como el colegio de primaria y el centro de salud, así como en iniciativas de carácter municipal, como la casa de cultura.
Estas características hacen de Cobres un lugar con una identidad distinta, como también lo demuestra el Entroido de Cobres. Según el Diccionario de Madoz (1850), el término «Cobres» se utilizaba genéricamente para estas tierras, posiblemente debido a la presencia histórica de minas de cobre en el valle, y a las parroquias se les añadía este nombre como apelativo secundario.
El Val de Cobres tiene su epicentro social en el lugar de Riomaior, nombrado así por el río que desemboca en él. Aquí, atravesado por el alto e impresionante viaducto de la autopista, se llevan a cabo los eventos principales del Entroido de Cobres.
Entroido de Cobres: Una tradición en evolución
El Entroido de Cobres, situado en el corazón de las festividades invernales, representa una de las celebraciones más arraigadas y geográficamente extendidas en el folclore europeo. Esta tradición cultural, que se despliega en Occidente con variantes locales sorprendentes, refleja su naturaleza transgresora y caótica.
Aunque el Carnaval, y por extensión el Entroido de Cobres, tiene raíces que posiblemente se remontan a las saturnalias romanas, adquiere su pleno significado como ritual de inversión de roles y valores en el contexto de la penitente Cuaresma cristiana medieval. El Entroido de Cobres, así como otros carnavales, no existiría sin la Cuaresma, ya que cada momento de júbilo encuentra su contraparte en la abstinencia, creando un equilibrio necesario en el ciclo festivo.
El Entroido de Cobres, al igual que otros carnavales en Galicia, presenta una amplia gama de manifestaciones, desde rituales tradicionales rurales interpretados como ritos de fertilidad o subversiones temporales de valores, hasta formas más modernas y urbanas de entretenimiento.
A lo largo de los años, el Entroido de Cobres ha evolucionado, adaptándose a las modas y cambios sociales, mezclando los trajes tradicionales y rituales antiguos como la corrida del gallo con elementos más recientes como majorettes, música amplificada y una creciente mediatización que transforma la festividad en algo apto para el consumo urbano. Esta actualización constante asegura la relevancia del Entroido de Cobres en un contexto social cada vez más distante del mundo agrario.
El Entroido de Cobres se celebra principalmente en las parroquias de Santa Cristina y Santo Adrán de Cobres en el municipio de Vilaboa, durando cuatro días, desde el sábado hasta el Martes de Entroido. Aunque las tradiciones cambian y algunas se desvanecen, el Entroido de Cobres se mantiene fiel a su marco temporal tradicional. En él, los jóvenes, generalmente solteros, toman un papel central, personificando la inversión de roles típica del Entroido, mientras que los adultos participan como espectadores y colaboradores.
El Entroido de Cobres, como se le conoce localmente, incluye un grupo de bailarines vestidos con trajes blancos y sombreros llamativos, acompañados por músicos, el abanderado, los encargados de lanzar fuegos artificiales y recaudadores de donativos, así como participantes espontáneos que se unen a lo largo del desfile por las parroquias.
El desfile y la tradición: Los colores y sabores del Entroido de Cobres
En el corazón del Entroido de Cobres, las figuras centrales son las madamas y galanes, cuyos trajes capturan la atención del público. Acompañándolos están las conocidas como «as de branco», jóvenes que se visten de blanco pero con menos adornos y sin sombrero. Tradicionalmente el grupo también incluye aldeanas en traje regional y personajes disfrazados que se unen al Carnaval. El conjunto, que puede llegar a ser de hasta cien personas.
El Carnaval recorre ambas parroquias, visitando prácticamente cada casa desde el sábado hasta el martes. A lo largo de cada día, el grupo realiza su repertorio de bailes y recoge donativos, con poco descanso. Por la noche, se celebra una verbena en Riomaior, amenizada por orquestas típicas de las fiestas al aire libre, aunque recientemente se realizan bajo un toldo.
Lo más distintivo del Entroido de Cobres es sin duda el atuendo de las madamas y galanes. Aunque estos personajes no son exclusivos de esta celebración, sí presentan características particulares en Cobres. Las madamas y galanes también se encuentran en otros lugares de Galicia como Cotobade y Loureses, pero con variaciones en la vestimenta y, a veces, con máscaras. Estas figuras adornadas, denominadas «máscaras finas», contrastan con otros personajes más rústicos presentes en los Entroidos de Galicia.
El traje de madama consta de una falda blanca con encajes, delantal, camisa blanca, pechera adornada con cadenas de bisutería, cinturón y lazos de colores adornando la ropa y los brazos. Llevan una estola de plumas al cuello y un pequeño bolso de mano. El atuendo del galán incluye pantalón y camisa blancos, una faja ancha con flecos, mantones de colores, corbata y cintas de colores. Los sombreros, elaborados con flores de papel, cintas, plumas, espejos y bisutería, son la pieza más trabajada del atuendo y pueden pesar hasta cinco o seis kilogramos. La elaboración de estos trajes es costosa y laboriosa, requiriendo meses de trabajo y un cuidado meticuloso.
Antiguamente, los trajes de madama se complementaban con joyería auténtica, lo que requería la vigilancia de familiares durante los desfiles para evitar la pérdida de estos valiosos adornos. Hoy en día, la accesibilidad económica ha llevado a que casi todos los danzantes vistan de madama, con bisutería en lugar de joyas reales.
Además de la vestimenta, el Entroido de Cobres se distingue por su gastronomía, en particular el bandullo, un postre típico elaborado con ingredientes como pan rallado, harina, huevos, azúcar, miel y tocino, completando los menús tradicionales del Entroido que incluyen lacón con grelos, tocino y cacheira.
Martes de Entroido en Cobres: Tradición, colorido y ritual en el cierre festivo
El Martes de Entroido en Cobres ofrece una escena pintoresca para cualquier viajero. Al frente, una murga de unos ocho músicos lidera el paso, seguida por una procesión de danzantes en trajes blancos y coloridos. Rodeando a este grupo están los encargados de los fuegos artificiales, el presidente del carnaval y el maestro de baile.
Desde el sábado, este conjunto ha recorrido las parroquias de Santa Cristina y Santo Adrán, culminando su viaje en la Cardiña, el barrio que muchos consideran el origen del Entroido de Cobres. La comitiva, que se reúne inicialmente en Riomaior, comienza su recorrido visitando casa por casa. En cada parada, solicitan permiso para bailar, una invitación siempre aceptada, ya sea fuera de las casas o en las eiras. El grupo de danza, compuesto por madamas, galanes y las de branco, ejecuta dos o tres bailes, dependiendo de la donación recibida, seguido de un lanzamiento de cohetes.
Por la tarde, el Carnaval de Cobres se reúne de nuevo para la segunda parte de sus festividades. Bajo un viaducto y cerca de la casa de cultura, se realiza la lectura del sermón de Entroido, seguido de competiciones como el galo no río y la corrida del galo. La tarde se convierte en un hervidero de actividades, concentrando la mayoría de los rituales finales del Entroido de Cobres. Alrededor de las cinco, el Carnaval ofrece su última presentación de bailes frente al público reunido.
Uno de los momentos más esperados es el galo no río, una variante de la tradicional corrida del galo que incluye un tronco sobre el agua y un premio colgado de una caña. Tras varios intentos y caídas en el frío río, el Carnaval realiza su última representación de danzas, anunciando el fin de las festividades hasta el próximo año. Más tarde, se celebra la corrida del galo, donde hombres enmascarados, conocidos como los «vellos», custodian un saco que simboliza al galo. Los jóvenes intentan robar el saco, siendo perseguidos por los vellosos en una representación simbólica de la inversión de roles sociales.
El ritual culmina con la quema de un galo de paja, una ceremonia que simboliza el fin del Entroido de Cobres. Los sermóns de Entroido, con sus prédicas satíricas, ofrecen un momento de crítica y humor, abordando tanto temas locales como globales. Al final del día, los miembros del Carnaval se reúnen para una comida comunal, conocida como «facer a morada», seguida de un baile nocturno abierto a todos los asistentes.
A lo largo del tiempo, el Entroido de Cobres ha ido ganando notoriedad más allá de su contexto geográfico, gracias a la labor de instituciones etnográficas y a la dinámica de la espectacularidad. Hoy, el Carnaval de Cobres es un atractivo turístico conocido a través de guías, medios de comunicación y plataformas digitales, manteniendo vivas sus tradiciones y adaptándose a los cambios contemporáneos.
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