La vida de Miguel Anxo Fernández gira entorno a fotogramas. Las referencias a películas son una constante en su conversación y en sus libros, donde alude sutilmente a escenas del celuloide, un guiño para los amantes de la gran pantalla.
Tamara Novoa Alonso
Dirección y fotografía: Pío García
Su relación con el cine le viene desde bien pequeño y se inició en O Carballiño.
Como el mismo explica, antes las opciones para el fin de semana y los festivos eran limitadas, «al salir de la catequesis, o bien íbamos al fútbol o al cine». En O Carballiño hubo un tiempo en el que llegaron a coexistir cuatro cines, «algo realmente extraordinario», subraya el escritor. Sin embargo, hoy en día las salas han desaparecido de la villa del Areenteiro. El propio Miguel Anxo Fernández regentó la última: Cinema Paradiso.
El nombre no es casual. La película de Tornatore narra la historia de Totó, aquel niño que vivía en Ciccio, un pequeño pueblo de Sicilia, que descubrió la magia del cine de la mano de Alfredo, el proyeccionista, en tiempos en los que la televisión todavía no había llegado y el séptimo arte era una herramienta fundamental para soñar. Realidades que eran parecidas tanto en O Carballiño como en Ciccio y que marcaron la infancia de Totó y Miguel Anxo.
En su última novela conjuga sublimemente esas dos facetas suyas: el cine y la escritura. O espido de Gina transcurre en un ficticio Valdosantos que bien podría ser O Carballiño o cualquier otro pequeño pueblo gallego, como explica Fernández, que asegura que en Valdosantos hay un poquito de todos ellos. Ambientada en la década de 1960, muestra la confrontación entre la iglesia, que representa la parte más conservadora y opaca de la sociedad, y el cine, que en contraposición simboliza el progreso y la libertad.
Una novela cargada de datos autobiográficos, como explica el autor: «yo era todavía un niño en 1964, pero conservo perfectamente aquella memoria y también hablé con las personas que eran adultas entonces». No es la primera vez que O Carballiño aparece en las novelas de Miguel Anxo Fernández. Frank Soutelo, el sabueso detective llegado desde los Estados Unidos y protagonista de una serie de novelas que va ya por la quinta entrega, ha visitado el pueblo auriense en varias ocasiones. «No es fortuito que Frank tenga una colega detective en Galicia que casualmente se compra una casa en Carballiño. Es un recurso que me sirve de coartada para en el futuro seguir trayendo a Frank a O Carballiño», añade el escritor.
Al preguntarle a Miguel Anxo Fernández por qué merece la pena visitar su villa natal, comienza a enumerar una lista casi infinita. Le cuesta decantarse por un lugar porque todos son especiales para él, aunque admite que la calle Principal y la Plaza Mayor son probablemente donde se agolpan la mayor parte de sus recuerdos.
«Allí transcurrió nuestra infancia, allí es donde pasábamos horas jugando a la pelota, estaban los cines y era la vía de paso hacia el colegio y hacia la iglesia». También guarda un lugar especial para el parque municipal, donde jugaba con sus amigos y hacían alguna falcatruada, entre ellas la que más les divertía: espiar a las parejas de novios. Ya siendo un poco más mayor, sería él quien llevaría hasta allí a sus primeras novias.
Otro de sus sitios preferidos de Miguel Anxo Fernández es la estación del ferrocarril, «como en la película La guerra de los botones, allí tenía lugar la batalla entre los niños del barrio y los niños del barrio de la estación. Utilizábamos tirachinas y espadas», comenta entre risas. Al escritor también se le quedó gravado en la retina el tren. «Lo veías partir y querías que de alguna manera te llevara a ti también, te desplazara».
Miguel Anxo Fernández describe cada lugar de O Carballiño con un recuerdo, nos invita a través de sus palabras a imaginarnos la película de su vida.
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