Museo del salazón en O Grove

La villa de O Grove, en Pontevedra, alberga el museo del salazón, un espacio que recoge la relación del hombre con el mar y el proceso de elaboración de este método de conservación de los alimentos.
Hubo una época en la que las costas de Galicia eran una con la mar. Los habitantes de todos los pueblos, aldeas y villas que tocasen el Atlántico debían prever las mareas, los flujos y los tiempos para aprovechar las riquezas del océano.

Museo del salazón, de cuando O Grove supo guardar las riquezas del mar

Álvaro Inglés
Fotografía: Pío García

Museo de Salazón – O Grove



Ahora el museo del salazón es un recuerdo lejano, pero los frutos que se recogían con tanto esmero del mar pasaron siglos siendo el sustento de la población. El marisco todavía no era considerado un manjar y los marineros recogían con su sudor todo lo que podían, en una labor que iba creando sus rituales y tradiciones.

O Grove
Marisqueo en Aldan
Museo de Salazón – O Grove

El mar gallego se sumía en un rumor lento, como el de las olas que golpeaban la costa día a día. Las canciones populares traían palabras de este océano que alteraba y marcaba la vida de los pueblos de costa. Con el tiempo, la mano del hombre llegó a dominar este elemento salvaje e incluso aprendió a sacar beneficios de él. Un beneficio que iba más allá de la subsistencia o el mercado: se trataba de industria pura, de empresas que darían trabajo a numerosos habitantes de las villas costeras. Hombres y mujeres por igual, uniendo sus manos para enfrascar y comerciar los frutos del mar a las gentes del interior. El rumor del Atlántico se extendía gracias a la industria.
En Galicia llegó a haber cientos de salazones dedicados a la creación y conserva de pescado para los mercados de la meseta. Las Rías Baixas participaron en esta industrialización de las costas atlánticas que traían empresarios de otras partes de España, especialmente catalanes.

Museo de Salazón – O Grove
Museo de Salazón – O Grove

La villa de O Grove fue parte de este proceso de salado y venta de pescado. Situado en Punta Moreiras, zona histórica por su marisqueo, el museo del salazón del municipio pontevedrés muestra a los visitantes la relación de entendimiento con la naturaleza. 
La elección de una antigua salgadeira para su emplazamiento no es casual. El museo se encuentra frente a la bocana del puerto de Meloxo, donde día a día salen embarcaciones a faenar como se ha hecho durante décadas.

O Grove

Todo el entorno respira mar.
La marea baja descubre un enorme arenal, el esteiro de Moreira. Su arena mojada es un destino habitual de las mariscadoras locales que buscan en la bajamar almejas y otros frutos del mar. 
O Grove ha llegado a tener al mismo tiempo más de una docena de fábricas de salazón de sardina. Cada una de ellas fue fundamental en el desarrollo de la villa y en la vida de sus habitantes, creando costumbres y anécdotas. Todo terminó cuando esta industria quedó en desuso con el tiempo, al llegar las conservas como forma de producción.

Museo de Salazón – O Grove

Esta reconversión industrial puede verse como un reflejo de las transformaciones que la vida del mar ha sufrido en el pasado siglo. El desmantelamiento de la flota o el marisco como reclamo turístico son algunos de estos cambios sustanciales. Sin embargo, la villa costera no ha dado la espalda a su pasado y su relación con el mar.
El patrimonio inmaterial continúa en sus tradiciones, fiestas y ritos diarios. El museo se encarga de recoger lo terrenal, las memorias físicas de una realidad que ha sido y es fundamental en el municipio. Dos espacios similares que giran sobre el mismo tema con enfoques diferentes.

Museo de Salazón – O Grove

El Museo del salazón no entiende que los elementos más corrientes estén exentos de valor. Hasta el más pequeño objeto, como un cubo de almacenar pescado, descubre mucho de la relación entre hombre y mar. Dicen los historiadores que para aprender de historia no hay que mirar las grandes joyas, sino buscar los pequeños objetos, como vasos o cubiertos, que hablan por sí solos de la gente que los empleaba.
Cada uno de los edificios que forman parte del museo cuenta una historia diferente. Podría pensarse que uno recoge las memorias físicas, los utensilios que facilitan y unen a los que viven del mar con su elemento; el otro, el más antiguo de los dos, nos hace viajar en el tiempo. La factoría se mantiene parada, lista para ser usada en cualquier momento.

Museo de Salazón – O Grove
Museo de Salazón – O Grove

Todas las estructuras tienen sus propias divisiones, nombres catalanes que en su día repartieron las tareas de hombres y mujeres. La sardina era traída del mar para seguir su proceso industrial de la mano de los habitantes de O Grove. Primero macerar, luego prensar y, por último, enviar.
Cada uno conocía su función dentro de esta salgadeira. Los hombres se encargaban del trabajo más pesado, mientras que las mujeres se encargaban del envasado y la preparación para el transporte transportado. Los industriales observaban el proceso, cuadrando beneficios y gastos, pero era la gente de mar quien realmente levantaba la producción.
Las vigas de madera, las cubas de maceración y las antiguas presas aguardan en silencio en el interior del edificio. La entrada al Museo del salazón es libre, pero solo si se está preparado para meterse en la piel de un trabajador e imaginar las horas de esfuerzo necesarias para seguir el ritmo. El entorno, la luz, incluso los barcos cercanos que vuelven de faenar son como en aquella época. Solo hay que dejarse ir.

Museo de Salazón – O Grove

Los espacios permiten que uno se pierda con calma, pero son los pequeños objetos los que evocan toda esa cultura alrededor del mar: las canciones de quienes tejían las redes, el arte de colocar las boyas o el perfeccionamiento progresivo de las nasas. 
El segundo edificio del museo del salazón conserva una estructura diferente, ya que la fábrica original fue destrozada por un temporal. Estos imprevistos forman parte de la cultura del Atlántico, aquella que día a día construyeron los habitantes con el mar. Un entendimiento con el elemento que les daba la vida, valiéndose de todo su ingenio para extraer el máximo de él. Un tiempo en el que Galicia era una con la mar, como no ha dejado de serlo nunca.

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Museo de Salazón – O Grove
Museo de Salazón – O Grove