¿Qué ver en Santiago, en un día gris y nublado? Una estupenda ocasión para darnos una vuelta por Santiago y disfrutar de este ambiente. Para ello tengo la perfecta banda sonora, escrita en gallego ni más ni menos que por Federico García Lorca: «Madrigal á cibdá de Santiago», conocida también como «Chove en Santiago».
Subamos el volumen, armémonos con un paraguas y dirijámonos a la catedral. Esta vez no te voy a hablar del templo de los templos, pero bien es cierto que en esta ciudad todo gira en torno a él. Y nunca mejor dicho, ya que vamos a visitar sus alrededores.
Ariel Martínez
Fotografía: Pío García
En la plaza de la Inmaculada, o plaza de Azabachería, puede que te sientas un poco intimidado por la majestuosidad del monasterio benedictino de San Martiño Pinario. ¿Sabías que es el segundo monasterio más grande de España, después del Escorial? Confluyen en él varios estilos arquitectónicos, como es de esperar de un edificio que ha visto pasar muchos siglos. Fue reedificado por completo en el siglo XVI, hecho que pudo permitirse por ser el monasterio más poderoso de Galicia. Fíjate también en la fachada de la iglesia, con sus columnas y figuras o las escaleras. Piedras que nos hablan del paso de los siglos, a las que se aferra el musgo y la lluvia.
San Martín Pinario
San Martín Pinario
En la propia plaza del Obradoiro se sitúa el colegio de San Xerome. Actualmente es la sede del rectorado de la Universidad. Era conocido como el Estudio Vello y aquí se les daba una oportunidad a los estudiantes pobres. El colegio estaba ubicado en otro emplazamiento hasta que en el siglo XVII fue trasladado a la plaza del Obradoiro. Tómate un momento para admirar su portada románica-gótica y sigamos, que aún queda mucho por ver.
Colegio de San Xerome
A la vuelta de la esquina tienes la iglesia de San Fructuoso. Es un estupendo ejemplo del barroco compostelano. Si te fijas, la decoración de su fachada está centrada en la parte superior. Esto permite que la puedas apreciar desde la plaza del Obradoiro. No te va a extrañar que popularmente también se conozca a este edificio como la iglesia de las cuatro sotas. En realidad las cuatro esculturas que aguantan estoicamente el duro tiempo compostelano representan las cuatro virtudes: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza. Otro detalle que no quiero que pases por alto es una calavera esculpida en el muro sur. Su advertencia: «Como tú te ves, me vi. Como me ves, te verás». Así que aprovechemos el tiempo ahora.
San Fructuoso
Una de las cuatro plazas que rodean la catedral es la plaza de la Quintana. Está dividida en dos planos. La parte inferior es conocida como Quintana de los muertos porque fue lugar de enterramientos hasta bien entrado el siglo XVIII. Aquí se sitúa la Puerta Santa, tan ansiada por los peregrinos. En contraposición tienes la parte superior: la Quintana de los vivos. Y, en medio de ambas, una escalinata, como una especie de limbo, donde descansar un rato.
Plaza de la Quintana
Pero ya será en otra ocasión, ya que no podría acabar esta visita sin una buena leyenda. «La leyenda de la sombra del peregrino», relacionada con esta misma plaza. Trata de un sacerdote y una monja de clausura que se profesaban un amor profundo e imposible. El sacerdote iba a ver a su amada por un pasadizo secreto debajo de la plaza que comunicaba la catedral con el convento de San Paio. Una noche le propuso escaparse y la esperó vestido de peregrino para no llamar la atención, pero su amada no acudió y nunca más se supo de ella. Desde entonces la espera cada noche y podemos ver su sombra entre la Puerta Real y la Puerta Santa. ¿No me crees?
Mira, anochece. Esperemos un momento y verás.