Santa Tegra de Abeleda se encuentra en Castro Caldelas, en un paisaje de frondosos bosques inclinados sobre el río, viñedos y pequeñas joyas arquitectónicas. Allí se celebra cada agosto la Festa da Luz, en la que sigue viva una tradición muy especial: la Danza das Cocas.
Ana Luna
Fotografia y dirección: Pío García
La danza de Castro Caldelas, que se dejó de bailar durante el franquismo, se recuperó en la década de 1980. Lo mismo sucedió con las Cocas, dos coloridos gigantes que despejaban el paso a los bailarines en la procesión. A pesar de que Santa Tegra tiene hoy pocos habitantes debido a la emigración, la danza sigue realizándose gracias a la ilusión de los vecinos y del grupo folclórico Castro Floxo. Muchos de los que viven fuera vuelven al pueblo en agosto para asistir en la fiesta.
La emigración también tiene algo que ver con el origen de la danza, pues dice la leyenda que viene de México. Un hombre de Santa Tegra en Castro Caldelas, emigrado allí, tenía una hija que enfermó de la vista y que se curó al ser llevada al santuario de la Virgen de la Luz. Al volver a Santa Tegra, el hombre trajo la danza mexicana de esta Virgen.
Precedida por las Cocas, cada año la imagen sale en procesión desde la iglesia de Santa Tegra. Después de avanzar unos cientos de metros, se encuentra con las ocho danzantes, vestidas de blanco, con faja roja, banda azul y cinta en la cabeza del mismo color. Llevan corbata, pues la danza estaba en otros tiempos reservada a los hombres y, en las manos, unos arcos de mimbre decorados con papel de colores.
Al son de las gaitas, las danzantes bailan sonrientes ante la Virgen. Algunos de los pasos se realizan en dos filas, mientras que en otros se juega a romperlas y reconstruirlas. Entre cada uno de los pasos las filas se cruzan varias veces. Hacia el final, las danzantes se juntan en un coro que gira, para volver por último a las dos filas originales.
Tras la danza, la procesión continúa, amenizada por la música, los fuegos y las campanadas. El ambiente es festivo, pero calmado. Cuando vuelven a la iglesia, las danzantes forman un túnel con sus arcos de papel de colores, para que pase por debajo la Virgen y dé comienzo la misa.
Conocer otra parte más del folclore de Castro Caldelas en un entorno inigualable es una experiencia que vale la pena. Esperemos podamos seguir disfrutando de esta fiesta y de su danza, tan colorida y especial, durante mucho tiempo.
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