La playa de A Lanzada: mar, historia y leyenda
La playa dunar de A Lanzada es considerada como uno de los mejores arenales de Galicia. Sus dos kilómetros y medio de playa, rodeados de naturaleza y patrimonio, hacen de ella un lugar de obligada visita para los amantes del mar y de los deportes acuáticos, ya que su situación a mar abierto la hace perfecta para la práctica de deportes como el surf o el windsurf.
Marta Loren Alonso
Fotografía: Pío García
Además de disfrutar de esta hermosa playa, el visitante puede en pocos metros hacer un recorrido por el tiempo, viajar desde la Prehistoria a la Edad Media, a través de los vestigios arqueológicos que en ella se conservan. Un castro del siglo VIII, una torre defensiva que formaba parte de un castillo del siglo X y una bella ermita tardorrománica rodeada de leyenda conforman el conjunto patrimonial de A Lanzada.
Si comenzamos la visita por el castro descubrimos un yacimiento bastante bien conservado, parcialmente excavado, por el que podemos caminar completando la visita con paneles informativos. Además del castro han sido hallados indicios de una necrópolis de los siglos III-IV a.n.e., antes de nuestra era, y de una fábrica de salazón romana. Por los restos estudiados y su situación privilegiada junto al mar, los investigadores han llegado a la conclusión de que este lugar fue un importante núcleo comercial, punto obligado en las rutas de fenicios y púnicos.
En el extremo izquierdo de la playa de A Lanzada, los restos de la torre suponen el último vestigio de la antigua fortaleza costera de época medieval. Formaba parte de un conjunto defensivo junto con las Torres del Oeste y la de San Sadurniño, en Cambados, para hacer frente a las incursiones vikingas y normandas. Su situación, rodeada de mar, la hacía inexpugnable. Utilizaban el fuego como sistema de alerta. En lo alto de la torre se hacía una hoguera para que resultara visible desde la torre de San Sadurniño. En esta se prendía una nueva hoguera para que fuera vista desde Catoira, y así se avisaba a Santiago del ataque enemigo.
En las luchas contra los árabes, en el siglo XIII, fue destruida y, aunque se volvió a reconstruir, en el transcurrir de las revueltas irmandiñas quedó seriamente dañada, por lo que fue abandonada definitivamente en el siglo XVI. Hoy en día solo podemos contemplar los restos de su planta rectangular, pero no resulta difícil imaginarse en la antigua fortaleza y recrear con la imaginación las batallas que allí se vivieron muchos siglos atrás.
Para finalizar nuestro recorrido a lo largo de los siglos visitamos la ermita de nuestra señora de A Lanzada, un hermoso templete del románico tardío, del siglo XII, posiblemente construida sobre los restos de una más antigua. La ermita estaría ligada a la fortaleza. Presenta una planta rectangular, con una única nave dividida en dos tramos que se encuentran separados por un arco apoyado en columnas y cubierta por una bóveda. Al exterior es una ermita sencilla, su fachada principal apenas presenta ornamentación más allá de un pequeño arco apuntado sobre la puerta y un singular rosetón de pequeño tamaño. Asimismo, las fachadas laterales solo presentan unos canecillos de alero como elemento decorativo. En una de ellas, un arco de medio punto cubre una entrada secundaria. El ábside semicircular de la cabecera tiene adosadas cuatro columnas y un pequeño punto de luz central.
En su interior cabe destacar un ornamentado retablo barroco y la gran imagen de la virgen de A Lanzada. Se encuentra estrechamente ligada con varias leyendas relacionadas con el mar y la fertilidad y celebra su día grande el último fin de semana de agosto. En ese momento los ritos cobran protagonismo, pues la leyenda dice que si una mujer desea concebir debe tomar nueve olas al amanecer, además de barrer el suelo de la ermita para espantar el mal de ojo y realizar ofrendas a la virgen para que atienda sus peticiones o les haga recuperar la salud.
A Lanzada, una de las más bellas playas de Galicia, un lugar donde lo histórico y lo legendario se entremezclan, que nos permite disfrutar del patrimonio, la naturaleza y el mar. Ocio y cultura en menos de tres kilómetros. Un lugar que no hay que perderse si se visitan las Rías Baixas gallegas.
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