Lady Anne podría parecer, a simple vista, una de las clásicas damas del esplendoroso pasado de Nigrán. Pocas mujeres de la época tendrían la suerte de vivir en alguno de los magníficos pazos, que todavía se conservan hoy, en pleno siglo XXI, como los de Cadaval-Urzáiz, Cea o A Touza. Ella era hija de un ilustre señor inglés con residencia en Galicia, sí. Pero su vida, de privilegios inimaginables, la privaba muchas veces de lo más preciado por una joven de imaginación incontrolable, la libertad de descubrir por sí misma todo lo que le esperaba más allá de aquellos muros de piedra que la retenían cada vez que venía a estas tierras.
Ana Patiño
Fotografía: Pío García
Un día, por su décimo quinto cumpleaños, recibió un regalo inesperado, sin remitente, sin carta. Un paquete que contenía una llave y que, por lo tanto, despertó su curiosidad por saber qué puerta abriría y a dónde la llevaría esta. Así, fue probando en cada una de las cerraduras del pazo de Nigrán, en el que vivía, sin éxito. Hasta que una noche estrellada se aventuró a seguir el rastro de una libélula que parecía indicarle el camino entre el laberinto de setos. Este la condujo a una entrada secreta al maravilloso mundo que la rodeaba y le otorgó además el poder de verlo todo desde las alturas, como ese pequeño ser iluminado. Se convirtió así en una criatura alada y feliz, que no dudó en lanzarse a conocer todo lo que se presentaba delante de sus ojos.
Su primera parada fue Monteferro en Nigrán. Desde este mirador espectacular, a unos pocos kilómetros de la ciudad olívica (Vigo), pudo disfrutar de la visión de las Islas Cíes, las Islas Estelas y Baiona como nunca antes las había visto, posada en el punto exacto donde en 1903 se construiría el monumento a la Marina Universal. Un gran monolito de granito diseñado por el arquitecto vigués Manuel Gómez Román, de 25 metros de altura con cuatro coronas de bronce y una escultura de la Virgen del Carmen con el niño Jesús.
Allí, en silencio, recordó algunas de las cosas que hasta entonces solo había visto en los libros y deseó por unos instantes ser un pez para poder nadar entre los arrecifes de las islas Estelas. No podía nadar, pero si volar, y lo hizo sobre las playas de Panxón, Patos, Playa América… Esos bellos arenales en los que se pasaría días enteros tumbada al sol, o noches contemplando las estrellas. Miró al cielo, esperando ver pasar una estrella fugaz, y se dio cuenta de lo efímeros que son los instantes. Debía aprovechar esa cualidad con la que había sido premiada para conocer cada uno de los rincones de Nigrán. En la actualidad, siete parroquias: Camos, Chandebrito, Panxón, Parada, Priegue y San Pedro de A Ramallosa.
Descubrió el arco visigótico, en Panxón, todavía en pie desde el siglo V, en lo que fue una pequeña capilla ahora en ruinas y del que, hoy por hoy, está cerca el Templo votivo del mar, obra del arquitecto Antonio Palacios Ramilo. Subió al monte Lourido, localizado en las proximidades de la marisma de A foz do Miñor, no sin antes visitar este espacio natural, un enclave paisajístico que es también zona de nidificación de gran cantidad de aves.
En la desembocadura del río Miñor, en frontera con Baiona, voló en compañía de aves acuáticas sobre una extensa vegetación típica de marisma y una gran zona de marisqueo. Se sintió libre y maravillada por los fenómenos naturales, de los que era más que una mera espectadora desde la barrera. Hasta que se posó a descansar en el puente románico de A Ramallosa, que cruza el río Miñor y divide los municipios de Nigrán y Baiona. Desde la emblemática construcción, que hoy en día conserva un crucero con la imagen de san Telmo, patrón de los navegantes, y a quien la historia parece reconocer el haberlo mandado construir y la leyenda haberlo protegido en una fuerte tormenta, visualizó el futuro.
Parejas disfrutando de un helado en una terraza de la playa de Panxón, jóvenes practicando bodyboard en la playa de Patos, familias en largas comidas en Monteferro, las noches de verano en Ramallosa, los conciertos al lado del mar… Todo aquello de lo que podrían disfrutar las generaciones venideras. Su sueño hecho realidad.
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