Trevinca A Veiga turismo

Trevinca A Veiga turismo

Trevinca A Veiga turismo, es sin duda un punto geográfico de referencia para todas las personas interesadas en el Turismo de Naturaleza de Montaña. Sus altas cumbres de más de 2.000 metros, como Pena Trevinca “Cima de Galicia”, sus profundos valles glaciares y complejo lagunar en zonas altas, conforman un único e impresionante paisaje de carácter alpino.

Trevinca A Veiga turismo

Trevinca A Veiga turismo, precisamente sus altas montañas, paisajes singulares, frondosos bosques de robles, con acebos y serbales en las zonas altas, valles y lagunas glaciares, caudalosos ríos, fauna y flora han hecho que A Veiga consiga las distinciones de «Concello Turístico», «Bandeira Verde de Galicia» y «Destino Turístico Starlight». Otro dato oficial a tener en cuenta es que las Montañas de Trevinca están distinguidas y protegidas como ZEC (Zona de Especial Conservación) y ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves).

Trevinca A Veiga turismo

Es recomendable disfrutar de la playa fluvial «de los Franceses» en el embalse de Prada, un lugar donde practicar deportes acuáticos, pasear y descansar. También, es posible realizar viajes en catamarán y la ruta de senderismo o «Senda Verde del Xares», de 33 kilómetros, que recorre todo el perímetro del embalse atravesando pequeñas, típicas e interesantes aldeas de montaña.

Trevinca A Veiga turismo

Trevinca A Veiga turismo, en invierno, una buena parte de las zonas altas, son excelentes para la práctica del «esquí de montaña» o también llamado «de travesía». En primavera verano y otoño, el verdor de estas alturas de grandes extensiones de praderías, son propicias para el avistamiento de numerosas especies de aves, entre las que destacan diferentes rapaces como el águila real, buitre negro y leonado.

Trevinca A Veiga turismo

Trevinca A Veiga turismo, exceptuando los diferentes macizos pirenaicos, las Montañas de Trevinca, son el mejor referente y el mayor conjunto de lagunas glaciares de España. «A Serpe», «Ocelo», «Piatorta» y otras, conforman un rico patrimonio natural glaciar.

También, algunas leyendas como las de la «Princesa Serpiente» y «A Cántara de A Moura» ponen de manifiesto el importante patrimonio antropológico de estas montañas. Además, la Red Etnográfica de A Veiga es poseedora del Premio Agader de Embellecimiento del Rural Gallego.

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Trevinca A Veiga turismo, A Cántara da Moura

En el extremo oriental de Galicia, perdido entre altas montañas, antiguos valles glaciares y densos bosques de rebollos, abedules, serbales o acebos por los que asoman, casi con timidez, pequeñas aldeas diseminadas que parecen vivir en una calma eterna, se esconde un lugar que brota directamente de las leyendas.
Muy cerca del embalse de Prada, a un paseo de la capital municipal, A Veiga, aparece de repente uno de esos rincones en los que el agua ha ido erosionando la roca, con paciencia de siglos, hasta formar un laberinto natural de cuevas, pasadizos y piscinas.
En este tramo perdido del río Corzos se halla A Cántara da Moura, un lugar al que las muchachas que cuidaban del ganado solían acudir a descansar y refrescarse. Al parecer, por aquí, en alguna cueva subterránea, vivía una hermosa moura…
¿Todavía no conoces este misterioso lugar? Pues déjame que te cuente…

Val das Morteiras - A Veiga
Lagoa da Serpe
As Ermidas - O Bolo

El paraíso perdido de Trevinca – A Veiga

De vez en cuando la casualidad se alía con la fortuna y nos da una palmada en la espalda. En tales ocasiones lo mejor es dejarse llevar, sin hacer planes ni preocuparnos por nuestro destino. Eso es lo que decidí unos días atrás, cuando un amigo me llamó por teléfono y me propuso pasar unos días en A Veiga.

El sueño de la naturaleza en las Lagunas de Trevinca

La montaña, tú y yo. La noche pasada soñé con eso, con cumbres nevadas, estampas de película, el silencio que me llenaba de paz, la desconexión del mundo cotidiano. No había coches, ni problemas, ni móviles sonando.

As Ermidas, más que un milagro arquitectónico

A menudo recorremos el mundo maravillándonos con los tesoros que esconde e ignorando que no tan lejos, dentro de los límites de nuestro territorio, nos aguardan construcciones arquitectónicas capaces de dejarnos boquiabiertos y de trasladarnos a la esencia de los mitos y las leyendas.

Rede Etnográfica da Veiga
El Teixedal de Casaio
Embalse de Prada - A Veiga

Un viaje fascinante por el pasado: Rede Etnográfica da Veiga

La señora Raquel tiene «ochenta y tantos» años y en su cuerpo menudo se aprecian las señales de una vida dura, pero sus ojos sonríen con la alegría serena de las personas que saben que la vida es demasiado preciosa como para gastarla en malos humores.

El Teixedal de Casaio, el bosque perdido

Durante milenios estuvieron entre nosotros, pero ya casi no quedan tejos en Galicia. Salvo en un remoto rincón de Ourense, donde se esconde un tesoro botánico que muy pocos han podido contemplar: el Teixedal de Casaio, el bosque más antiguo de nuestra tierra.

Memoria sumergida con Trevinca al fondo

Hace un par de meses fue mi cumpleaños. Ni estando peligrosamente cerca de los cuarenta mi padre deja de enviarme un regalo. En esta ocasión me llegó un paquetito muy temprano. Era una cámara instantánea, un aparato absolutamente analógico, de esas que sacan una foto del tamaño de una tarjeta de crédito.

Trevinca A Veiga turismo, Bosque Glaciar do Canda

Fran Zabaleta
Dirección y fotografía: Pío García

Hay un lugar en Galicia en el que el tiempo parece haberse detenido. Llegas a él y los ojos se te llenan de luz. De color. De ese verde ancestral que te conecta con la misma tierra y que te hace desear ser árbol para echar raíces.
Trevinca-A Veiga está llena de secretos: bosques antiguos, cielos inmensos y piares eternos. Aquí, en las estribaciones del macizo de Pena Trevinca, en Ourense, a un paso de Castilla y León, te invade una añorada sensación de paz. Tienes la sensación de que has regresado a tu infancia, a esa Galicia mítica de bosques interminables y pequeñas aldeas de piedra y pizarra por cuyas calles estrechas todavía rechinaban las ruedas de los carros.
Esta es tierra de alta montaña. Pena Trevinca se alza por el este, marcando con sus 2.127 metros el techo de Galicia. Hace unos cuantos miles de años, durante la última glaciación, estas montañas estaban cubiertas por inmensas masas glaciares. Hoy los hielos perennes han desaparecido, aunque regresan durante los inviernos en forma de nevadas cada año menos copiosas.

O bosque do glaciar do Canda

Sin embargo, el paisaje mantiene muy vivo su recuerdo en las cumbres desgastadas por la erosión, en los depósitos de morrenas que marcaban el avance de las lenguas glaciares, en los lagos y las turberas que se formaron tras el deshielo, como la lagoa da Serpe y la de O Celo o la turbera de O Sestil, y en los numerosos arroyos y torrentes encajados en los valles.
Uno de esos arroyos es el río Canda, que excava su valle a los pies de la Serra Calva, una de las cuatro que forman el macizo de Trevinca.

O bosque do glaciar do Canda

El río Canda esconde uno de los secretos mejor guardados de Trevinca-A Veiga: en sus márgenes vive el Bosque Glaciar do Canda, una masa arbórea de gran atractivo biológico, una densa espesura de rebollos, abedules, laureles, serbales, saúcos negros, fresnos y acebos que conviven con una rica flora formada por campánulas, azuzenas silvestres, cervunos, arándanos, orquídeas y otras muchas especies.
Se accede al bosque a través de una senda de unos seis kilómetros que parte del pueblo de Seoane y que nos conduce a través de un paisaje mixto de bosques y prados de alta montaña hasta el río Canda. Es apenas un paseo de montaña, sin mayores dificultades, pero también es un viaje en el tiempo.

O bosque do glaciar do Canda

En el Bosque Glaciar do Canda la vida rebosa gracias al gran desnivel existente entre los valles y las cumbres, que permite una importante diversidad bioclimática, botánica y zoológica, y a unas gentes que, a la vista está, sienten un profundo respeto por su tierra y han sabido conservar su esencia.
Aquí viven lobos, jabalís, corzos, armiños, salamandras, ranas, víboras… No los vemos, pero están ahí, acechándonos desde la espesura, aguardando a que nos vayamos para retomar el control de su territorio. Y con ellos cien especies de pájaros, desde los más tímidos, como la perdiz pardilla, que por cierto está al borde de la extinción, hasta los más imponentes, como las águilas reales y los buitres leonados.

O bosque do glaciar do Canda

Hay maravillas allá donde mires. Una de las especies más sobresalientes es el acebo, que encuentra en esta espesura uno de sus últimos refugios de cierta extensión.
El acebo es una especie protegida. Está en peligro de extinción debido a la costumbre secular de utilizar las ramas invernales de los pies hembras, cargadas de frutos rojos, para la decoración de los hogares. Esta práctica ha provocado una descompensación entre pies machos y hembras e impide la reproducción normal de la planta.

O bosque do glaciar do Canda

En el Bosque do Glaciar do Cando el acebo se encuentra a gusto. Prefiere los bosques húmedos de montaña y le gusta vivir a la sombra de otros árboles, como hace aquí bajo las copas de los abedules. A cambio de esa protección, el acebo es generoso: sus frutos y sus hojas constituyen casi el único alimento de animales como el urogallo, que en tiempos no muy lejanos habitó estas montañas, el zorzal o el corzo.
Aunque solo fuera por el acebo, este bosque ya merecería formar parte de tus secretos mejor guardados. Pero hay muchos más: serbales, abedules, perdices pardillas, tejones… y, cómo no, esta prodigiosa sensación de paz.
A veces hay que viajar lejos para llegar a casa.
A veces, los mejores secretos son los que permanecen a la vista, esos que para descubrirlos solo hace falta saber mirar.

O bosque do glaciar do Canda

Trevinca A Veiga turismo, Bidueiral do Xares

Fran Zabaleta
Dirección y fotografía: Pío García

Galicia es tierra de bosques. Los bosques forman parte del ser más íntimo de los gallegos, de nuestro imaginario colectivo y de nuestras tradiciones, de las leyendas que pasan de generación en generación y de los ritos con que afrontamos cada etapa de la vida.

O bidueiral de Xares

El bosque en Galicia tiene carácter sagrado, primitivo. Es mucho más que una simple agrupación de árboles, pues cada árbol es único para los gallegos: algunos son santos, outros venenosos, estos sanadores, aquellos traicioneros. El laurel se planta alrededor de las casas para protegerlas, las ramas del cerezo espantan a las brujas, las del sauce llorón protegen del rayo, el rebollo cura la sarna…

O bidueiral de Xares

En Trevinca-A Veiga, muy cerca de las cumbres más altas de Galicia, a un tiro de piedra del pueblo de Xares, se esconde uno de los tesoros botánicos mejor conservados de Galicia: el Bidueiral do Xares, incluido en el Catálogo galego de árbores senlleiras, que protege ejemplares y bosques considerados reliquias botánicas de alto valor científico, cultural, didáctico, paisajístico u ornamental.

O bidueiral de Xares

El acceso al abedular se realiza a través de una senda de fácil acceso que parte de la carretera que comunica Xares con Seoane y que conduce, después de solo tres kilómetros, al corazón de una amplia zona boscosa situada a los pies de la Serra Calva.
Aquí, rodeado por una extensa masa de rebollos, el abedular pasa casi desapercibido, como si prefiriese no llamar la atención. Son apenas dos docenas de ejemplares de betula celtiberica, de gruesas raíces y troncos añosos cubiertos de líquenes y musgo. Pese a su escaso número, constituyen un raro ejemplo de abedular maduro y forman un conjunto de excepcional valor botánico.

O bidueiral de Xares

El abedul está sólidamente incrustado en el alma de Galicia. Los celtas lo consideraban el árbol de la sabiduría y durante la Edad Media sus ramas se utilizaban para hacer salir a los malos espíritus de los cuerpos en que moraban, para alejar las desgracias y para combatir el mal de ojo. Claro que también fue asociado con la brujería, quizá debido a que a su sombra, en los húmedos sotobosques que se forman donde crece, brota en otoño la Amanita muscaria, de propiedades alucinógenas.

O bidueiral de Xares

Con todo, o bidueiro é unha árbore humilde e calada, que gusta de pasar desapercibida e que se camufla a miúdo entre outras especies. De porte modesto, alcanza entre dez e vinte metros de altura e nin sequera é moi longeva, pois non adoita superar os oitenta anos de vida. A súa folla é caduca, de forma triangular e dentada, e o seu tronco crece polo xeral recto ou inclinado e posúe unha característica cortiza branca.

Sin embargo, el abedul es un árbol humilde y callado, que gusta de pasar desapercibido y se camufla a menudo entre otras especies. De porte modesto, alcanza entre diez y veinte metros de altura y ni siquiera es muy longevo, pues no suele superar los ochenta años de vida. Su hoja es caduca, de forma triangular y dentada, y su tronco crece habitualmente recto o inclinado y posee una característica corteza blanca.
Pese a su humildad, el abedul tiene alma aventurera. Quizá por eso sus raíces no son demasiado profundas y se extienden más por la superficie que en profundidad. Si algo le gusta es explorar nuevas tierras, como uno de esos trotamundos incapaces de quedarse mucho tiempo en un mismo lugar.

O bidueiral de Xares

No es hablar por hablar. Aunque se trata de una especie originaria del norte de Europa y de Asia, su excepcional resistencia y su capacidad para adaptarse a terrenos pobres, ácidos, muy húmedos y fríos le ha permitido extenderse por buena parte del mundo. Por eso fueron los primeros árboles en extenderse tras el retroceso de los glaciares. Y por eso no extraña su presencia aquí, en Trevinca, la tierra de los últimos glaciares.

O bidueiral de Xares

Aunque el abedul abunda en Galicia, en pocas partes lo encontraremos formando una masa boscosa única y con ejemplares de este porte. El Bidueiral do Xares, pese a su escasa extensión, es un espacio único y privilegiado, un remanso de verdor y paz que permanece ajeno al ajetreo del mundo exterior y que solo acusa el paso del tiempo en la coloración de las hojas con el cambio de las estaciones. Un espacio de reposo que invita a la contemplación y en el que resulta fácil comprender por qué, en Galicia, el bosque tiene carácter sagrado…

O bidueiral de Xares