Catedral de León. Historia y cultura en un solo lugar
El turismo en León no se entiende si no visitas la catedral. En este artículo señalamos los lugares más bonitos y significativos dentro del recinto.
León es una ciudad de historia romana de más de 2000 años de edad. No puedes dejar de visitar la basílica de San Isidoro, la Casa Botines y el museo catedralicio. Pasear por sus calles y terminar en la plaza Mayor de León.
El turismo en León no se entiende si no visitas la catedral. En este artículo señalamos los lugares más bonitos y significativos dentro del recinto.
Turismo en Villafranca del Bierzo es sinónimo de hacer un viaje cultural emocionante, pues conocerás una gran historia a través de sus edificaciones.
Llevábamos tiempo sin vernos, la nieve y yo. Qué mejor lugar para reencontrarnos que la estación de San Isidro
El sendero transita entre el valle de Valdeón, en la provincia de León, y la localidad asturiana de Poncebos.
En pocos lugares del mundo el visitante puede tener la sensación de estar caminando a través de la historia como en la basílica de San Isidoro de León. Pero no solo una historia, sino muchas, unas edificadas encima de otras.
Son las nueve de la mañana de un sábado perdido en un mes de abril. Un leve y armonioso canto de estornino me despierta mientras un rayo de sol se atreve a asomarse entre las verdes cortinas de mi cuarto. Abro las contras de la ventana y me asomo para saludar a la pareja de cigüeñas que juegan enamoradas sobre la torre de la iglesia. Respirar el aroma del pueblo te renueva el alma. Es una de las mejores formas de comenzar este día. De separarnos de la vida automatizada de la ciudad, de detener siquiera por un momento el engranaje que nos hace vivir ajetreados. Y, con el mundo en pausa, respirar.
A finales del siglo XIX, un joven arquitecto barcelonés se desplazó hasta la entonces pequeña ciudad de León con el objetivo de cumplir un encargo: construir una casa de vecinos en cuya planta principal situar un negocio.
Para cuando llegué a León ya era de noche y decidí ir directamente a dormir al hotel. A la mañana siguiente, un pequeño hormigueo en mi oreja izquierda y los rayos de sol que entrecruzaban las cortinas me despertaron. Me senté en la cama, aún con las legañas entrecerrándome los ojos, y mientras miraba fijamente los zapatos que había dejado en el suelo de cualquier forma la noche anterior, escuché una voz armoniosa que me decía: «Querida, levántate, tenemos mucho por hacer, ¡es tarde ya!».